Descubren en Qatar un fósil antiguo pariente del manatí que moldeó ecosistemas marinos durante 20 millones de años

El suroeste de Qatar acaba de ofrecer una ventana excepcional al pasado del Golfo Pérsico. Allí, un equipo del Smithsonian y de los Museos de Qatar ha identificado los restos de Salwasiren qatarensis, una nueva especie de vaca marina antigua que vivió hace unos 21 millones de años. El hallazgo no solo amplía el árbol evolutivo de los manatíes y dugongos, sino que revela cómo estos animales ya moldeaban el paisaje submarino mucho antes de que surgieran las especies actuales.

El descubrimiento proviene del yacimiento fósil de Al Maszhabiya, un lugar que sorprendió incluso a los paleontólogos más experimentados. Hasta ahora, se han encontrado más de 170 puntos con restos de vacas marinas antiguas, lo que convierte a este sitio en uno de los depósitos de mamíferos marinos fósiles más densos del mundo. Esa concentración de huesos sugiere que la zona fue, durante millones de años, un refugio ideal para estos herbívoros.

A diferencia de los dugongos modernos, que alcanzan fácilmente los 300 kilos, Salwasiren era sorprendentemente pequeño, rondando los 113 kilos. Pero ese tamaño no reducía su impacto ecológico. Los investigadores creen que estos animales, al arrancar y remover los pastos marinos, creaban surcos que oxigenaban el fondo, redistribuían nutrientes y facilitaban el desarrollo de nuevas plantas acuáticas.

El ecosistema de entonces era vibrante. Además de Salwasiren, las rocas del Mioceno revelan la presencia de tiburones extintos, peces afilados como las barracudas, tortugas marinas y los primeros delfines. Todo apunta a un mar poco profundo repleto de vida, donde las vacas marinas cumplían una función muy parecida a la que desempeñan hoy sus descendientes.

Uno de los aspectos más interesantes del estudio es la continuidad ecológica que muestra. Aunque las especies se han ido reemplazando a lo largo de millones de años, el papel de “ingeniero del ecosistema” se ha mantenido. Hoy lo cumple el dugongo; hace 20 millones de años, lo cumplía Salwasiren. Los científicos llaman a esto “reemplazo funcional”, una especie de relevo ecológico a través del tiempo.

Los fósiles también ofrecen información sobre la evolución del grupo. Salwasiren conservaba todavía pequeños huesos en las extremidades traseras, una característica que los dugongos y manatíes modernos han perdido casi por completo. Estos detalles ayudan a reconstruir cómo fue adaptándose este linaje hacia una vida plenamente acuática.

Qatar, consciente del valor de este tesoro geológico, está considerando proteger oficialmente el yacimiento e incluso postularlo como candidato a Patrimonio Mundial de la UNESCO. La riqueza fósil encontrada allí no solo ilumina el pasado del Golfo, sino que refuerza la conexión histórica de la región con las vacas marinas, presentes en relatos, tradiciones y registros arqueológicos.

El hallazgo también llega en un momento crítico para los ecosistemas actuales. Las praderas marinas del Golfo Pérsico están amenazadas por la contaminación, el desarrollo costero y el aumento de la temperatura del agua. Comprender cómo estos ambientes sobrevivieron a cambios profundos en el pasado podría guiar estrategias de conservación en el futuro cercano.

Además, el equipo ha escaneado digitalmente los fósiles y el yacimiento para crear modelos en 3D accesibles al público. Esta digitalización permitirá que investigadores de todo el mundo estudien el material sin necesidad de trasladarse a Qatar, y ofrece una herramienta educativa para que las nuevas generaciones conozcan este legado natural.

En conjunto, Salwasiren qatarensis no es solo una nueva especie fósil: es una pieza clave para entender cómo los ecosistemas del Golfo se han construido a lo largo de millones de años y cómo las vacas marinas —pequeñas o enormes— han sido protagonistas silenciosas de esa historia.

Fuente: PeerJ