El uso de navegadores de IA amplía los riesgos de seguridad en internet
Delegar tareas en un navegador con inteligencia artificial parece una comodidad lógica: leer correos, resumir documentos, rellenar formularios o mover archivos sin intervención humana constante. El problema es que esa autonomía, aplicada a la web abierta, introduce un tipo de riesgo que no existía cuando los navegadores solo obedecían clics humanos. Cuanto más hace la IA por nosotros, más margen hay para que alguien intente engañarla.