Los centros de datos de IA pusieron a prueba la red eléctrica en 2025
En 2025 se instaló una idea incómoda en la conversación energética: puedes estar cerrando la puerta al carbón y, a la vez, abriendo otra al gas por la vía de la informática. No porque la IA “quiera contaminar”, sino porque cuando la demanda eléctrica se dispara de golpe, el sistema reacciona con lo que conoce, y lo que conoce suele ser construir capacidad nueva lo más rápido posible. La pregunta que queda flotando es simple y muy doméstica: si esto sale mal, ¿quién paga la factura?