Logotipo de Iceebook Iceebook - Noticias de Ciencia, Tecnología, Economía y más

El Hubble capta el mayor disco de formación planetaria jamás visto y no se parece a lo esperado

La estructura caótica y asimétrica del disco sugiere que la formación de planetas puede darse en entornos mucho más inestables de lo que describen los modelos clásicos

Autor - Aldo Venuta Rodríguez

4 min lectura

Disco protoplanetario observado por Hubble
Imagen del Telescopio Espacial Hubble del mayor disco de formación planetaria observado alrededor de una estrella joven. Crédito: NASA, ESA, STScI; K. Monsch; J. DePasquale.

El tamaño impresiona, pero no es lo más inquietante. Lo verdaderamente desconcertante es que este lugar de nacimiento de planetas no se comporta como debería. Donde se esperaba orden, capas limpias y simetría, aparece una estructura desbordada, irregular y claramente inestable. No da la sensación de un sistema que esté siguiendo un guion previsible, sino de algo que todavía no ha decidido si va a organizarse… o a desmoronarse en el proceso.

Lo que se ha captado es un disco gigantesco de gas y polvo alrededor de una estrella joven, tan grande que deja pequeñas muchas de las referencias habituales en astronomía. Visto casi de canto, el disco bloquea la luz de su estrella central y permite observar con claridad sus capas superiores, iluminadas por la radiación estelar. De ellas emergen filamentos y jirones de material que se elevan muy por encima del plano principal, algo poco habitual incluso en discos jóvenes y activos.

Durante años, la imagen dominante de los discos protoplanetarios ha sido la de estructuras relativamente planas, con bordes bien definidos y una evolución más o menos ordenada. Esa visión encajaba bien con modelos teóricos que describen cómo el polvo se agrupa poco a poco hasta formar planetesimales y, con el tiempo, planetas completos. Este sistema rompe esa narrativa de forma incómoda, porque no parece seguir un proceso limpio ni gradual.

La clave no es solo que sea enorme, sino que es claramente caótico. Los filamentos verticales aparecen solo en uno de los lados del disco, mientras que el otro presenta un borde afilado, casi cortado con cuchilla. Esa asimetría es difícil de explicar con los modelos actuales y apunta a procesos dinámicos más complejos: entradas recientes de material, colapsos locales o interacciones con el entorno que todavía no se entienden bien.

Publicidad

Este detalle obliga a replantear una suposición bastante cómoda: que los planetas nacen en discos tranquilos y relativamente estables, y que el caos es una fase secundaria o excepcional. Aquí parece ocurrir lo contrario. La formación planetaria podría estar teniendo lugar en entornos mucho más turbulentos, con estructuras que cambian rápidamente y con una dinámica que no encaja bien en los esquemas clásicos.

También hay un recordatorio implícito de humildad científica. Ver más no equivale automáticamente a comprender mejor. Aunque el Telescopio Espacial Hubble ha permitido observar este sistema con un nivel de detalle inédito en luz visible, lo que ofrece no es una respuesta clara, sino un conjunto de nuevas incógnitas sobre cómo se organizan, colapsan o sobreviven estos discos gigantes.

No está claro, por ejemplo, si este caos representa una fase temprana que con el tiempo se estabiliza, o si algunos sistemas planetarios nacen y evolucionan siempre bajo estas condiciones extremas. Tampoco sabemos qué tipo de planetas podrían surgir ahí dentro, ni si ese entorno favorecería mundos gigantes, sistemas múltiples o configuraciones radicalmente distintas a la nuestra.

Lo que sí queda claro es que este disco no encaja en el molde clásico. Funciona más como una advertencia que como una confirmación: nuestras ideas sobre el origen de los planetas se basan en una muestra limitada y, probablemente, demasiado ordenada para representar toda la diversidad real del universo.

Publicidad

La pregunta abierta ya no es cuántos planetas puede albergar este sistema concreto, sino cuántos otros parecidos están ahí fuera, todavía invisibles. Si este tipo de caos resulta ser más común de lo que se pensaba, el origen de los mundos podría ser una historia mucho más turbulenta —y menos predecible— de lo que nos gusta imaginar.

Continúa informándote

Irán planea poner en órbita los satélites Paya, Zafar y Kosar-2
Espacio

Irán planea poner en órbita los satélites Paya, Zafar y Kosar-2

Irán prevé lanzar a comienzos de 2026 los satélites Paya, Zafar y Kosar-2, un paso más en su estrategia para consolidar capacidades propias de observación de la Tierra

La Tierra alcanza el perihelio en enero de 2026, su punto más cercano al Sol
Espacio

La Tierra alcanza el perihelio en enero de 2026, su punto más cercano al Sol

El 3 de enero de 2026 la Tierra alcanzará el perihelio, el punto de su órbita más cercano al Sol, un fenómeno anual que no explica las estaciones ni los cambios de temperatura

La megaonda marciana Hazyview revela cómo el viento sigue moldeando Marte
Espacio

La megaonda marciana Hazyview revela cómo el viento sigue moldeando Marte

Hazyview muestra que Marte no está quieto, una megaonda de arena revela cómo el viento sigue actuando hoy y qué implica para entender el planeta y futuras misiones humanas

Cómo las estrellas esparcen los ingredientes de la vida podría no ser tan simple
Espacio

Cómo las estrellas esparcen los ingredientes de la vida podría no ser tan simple

El comportamiento del polvo alrededor de la estrella R Doradus sugiere que el reparto de los elementos de la vida no sigue un mecanismo tan simple como se pensaba

La “araña” que la NASA vio en una luna de Júpiter en 1998 ya tiene explicación
Espacio

La “araña” que la NASA vio en una luna de Júpiter en 1998 ya tiene explicación

La extraña “araña” detectada en Europa en 1998 ya tiene una explicación geológica coherente y revela procesos activos bajo el hielo que cambian cómo entendemos esta luna

Regresar a la Luna en 2028: la apuesta espacial de Trump frente a los límites reales
Espacio

Regresar a la Luna en 2028: la apuesta espacial de Trump frente a los límites reales

Volver a la Luna en 2028 no es solo una meta espacial, es una apuesta política que expone recortes, prisas técnicas y una NASA obligada a prometer más de lo que puede garantizar