Las antiguas muestras del Apolo revelan cómo el polvo lunar cambia tras millones de años de erosión espacial
Las muestras del Apolo analizadas con tecnología moderna revelan cómo la erosión espacial altera el brillo UV del polvo lunar, mejorando la interpretación de los mapas obtenidos por el orbitador LRO
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
4 min lectura
Las misiones Apolo llevan más de medio siglo en el pasado, pero sus muestras siguen siendo fundamentales para entender cómo evoluciona la superficie lunar. Un nuevo estudio del Southwest Research Institute (SwRI), en colaboración con la Universidad de Texas en San Antonio, ha analizado diminutos granos de suelo traídos por Apolo para descubrir cómo la erosión espacial modifica su brillo en luz ultravioleta.
El fenómeno que investigan se llama meteorización espacial, un proceso que actúa sin pausa sobre la Luna desde hace miles de millones de años. Al no tener atmósfera, la superficie queda expuesta al viento solar y a impactos constantes de micrometeoritos que, con el tiempo, cambian la composición y el comportamiento óptico del polvo lunar.
Los científicos utilizaron herramientas modernas para examinar granos de suelo de Apolo 11, 16 y 17. A pesar de su diminuto tamaño, cada grano conserva un registro del clima espacial al que ha sido sometido. Las variaciones en su brillo ultravioleta ayudan a explicar por qué algunas regiones de la Luna dispersan la luz de manera distinta.
Según los investigadores, la clave está en los cambios físicos y químicos que se producen en estos granos. La erosión espacial puede oscurecerlos, alterar sus minerales y generar partículas diminutas de hierro, conocidas como hierro nanofásico. Estos detalles influyen directamente en cómo el polvo refleja la luz ultravioleta lejana, una propiedad esencial para interpretar los datos de teledetección.
Esta información es especialmente útil para el instrumento LRO-LAMP, a bordo del Orbitador de Reconocimiento Lunar, que desde 2009 observa la Luna utilizando luz ultravioleta procedente de estrellas distantes. Su misión incluye buscar señales de hielo en cráteres polares que nunca reciben luz solar y requieren comprender primero cómo se comporta el suelo lunar seco en esta región del espectro.
Para avanzar en esa interpretación, el equipo analizó cómo varía la reflectancia ultravioleta entre granos muy meteorizados y otros más frescos. Los granos antiguamente expuestos mostraron una mayor presencia de hierro nanofásico, lo que los hacía menos brillantes. En cambio, los granos menos alterados reflejaban más luz ultravioleta, confirmando la relación entre el envejecimiento del polvo y su comportamiento óptico.
Las observaciones se realizaron con un microscopio electrónico de transmisión de última generación, capaz de revelar estructuras del tamaño de átomos individuales. Esta tecnología permitió identificar pequeños minerales, rastros de impactos y partículas metálicas incrustadas en la superficie del polvo.
Gracias a esa precisión, los investigadores pudieron relacionar la evolución del brillo ultravioleta con el grado de meteorización de cada muestra. Esto demuestra que incluso unos pocos granos pueden proporcionar información valiosa sobre procesos que llevan actuando millones de años.
Comprender estos detalles no solo ayuda a estudiar la historia de la Luna, sino que también mejora la interpretación de futuros mapas obtenidos por sondas. Separar los efectos de la erosión espacial de otros factores permite estimar con mayor exactitud la presencia de hielo o compuestos volátiles en las zonas más frías del satélite.
Además, el estudio subraya el valor continuo de las muestras del Apolo. Pese al paso del tiempo, siguen siendo insustituibles, y su análisis con técnicas modernas permite responder preguntas que en los años 70 ni podían plantearse.
Para los investigadores, este trabajo demuestra cómo la ciencia combina legado y tecnología: las diminutas muestras recolectadas hace décadas aún tienen mucho que decir sobre cómo envejece la superficie lunar y cómo se formaron sus paisajes actuales bajo la acción del espacio.
Fuente: SwRI
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