Europa vuelve a apostar por el petróleo y el gas para reducir su dependencia energética
Grecia, Italia y Reino Unido reactivan la exploración de hidrocarburos tras la crisis de 2022 mientras la región intenta equilibrar seguridad energética y compromisos climáticos
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
4 min lectura
Europa está dando un giro que hasta hace pocos años habría parecido impensable. Tras la crisis energética desencadenada por la invasión rusa de Ucrania en 2022 y el fuerte aumento de los precios del gas y del petróleo, varios países del continente han comenzado a flexibilizar sus restricciones a las nuevas perforaciones. El objetivo es claro: reducir una dependencia extrema de las importaciones, en especial del gas natural licuado (GNL) procedente de Estados Unidos.
Según Eurostat, la Unión Europea importa alrededor del 85% del gas que consume, una cifra que contrasta con la producción interna que llegó a cubrir la mitad de la demanda en los años noventa. El cambio de contexto ha obligado a replantear viejas posturas y ha abierto de nuevo la puerta a la exploración de hidrocarburos en distintos puntos del continente.
Grecia da un giro completo a su política energética
El caso más llamativo es el de Grecia, que en noviembre concedió su primera licencia de exploración de petróleo y gas en alta mar en más de cuatro décadas. El permiso corresponde al Bloque 2 del Mar Jónico, que será investigado por un consorcio formado por Exxon Mobil, Energean y Helleniq Energy.
Las estimaciones iniciales sugieren que el área podría albergar hasta 200.000 millones de metros cúbicos de gas, aunque su verdadero potencial solo podrá confirmarse tras perforaciones que no comenzarán hasta 2026 o 2027. Si el yacimiento demostrara ser rentable, la producción no empezarían antes de 2030.
Para Grecia, que consume apenas 6 bcm anuales, el atractivo principal es la posible exportación hacia el resto de Europa, un refuerzo adicional para su estrategia de convertirse en un nodo energético regional.
Italia y Reino Unido también reactivan la exploración
En Italia, el gobierno de Giorgia Meloni estudia revertir la moratoria de 2019 que frenó la actividad offshore. Shell, uno de los principales actores del país, ya expresó su interés en invertir en nuevos proyectos si el marco regulatorio se flexibiliza.
Por su parte, Reino Unido relajó recientemente su prohibición a nuevas actividades de exploración en el Mar del Norte. El gobierno permitirá extensiones en yacimientos ya operativos y podría aprobar dos grandes proyectos adicionales en los próximos meses.
Un movimiento que no es uniforme
Mientras algunos países avanzan en esta dirección, otros mantienen una postura más restrictiva. Dinamarca prohibió nuevas exploraciones en 2020 y planea detener toda su producción en el Mar del Norte para 2050. Países Bajos vetó recientemente nuevos yacimientos terrestres, aunque todavía acepta actividad offshore.
El factor Estados Unidos y el dilema europeo
A este giro se suma otro matiz importante: la creciente tensión energética con Estados Unidos. La administración de Donald Trump ha instado públicamente a Europa a explotar sus propios recursos fósiles. Al mismo tiempo, la UE firmó a mediados de año un acuerdo comercial para triplicar las compras de combustible estadounidense, un objetivo que muchos especialistas consideran poco realista.
El resurgimiento de la exploración europea podría reducir la dependencia del GNL estadounidense, pero también abre un debate político interno sobre la coherencia con los compromisos climáticos de neutralidad de carbono para 2050.
Una transición más lenta y más pragmática
El mensaje general que emerge de este cambio es que los combustibles fósiles seguirán siendo parte de la mezcla energética europea durante décadas, incluso con la expansión de las renovables. El shock de 2022 ha provocado un enfoque más pragmático: garantizar seguridad energética y precios manejables sin abandonar los objetivos climáticos, pero asumiendo que la transición será más compleja de lo planeado.
Fuente: Reuters
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