El error más común al hablar de hidrógeno verde

El entusiasmo por el hidrógeno verde suele olvidar un punto básico: no es un combustible que exista en la naturaleza, sino una tecnología que depende de energía previa

Autor - Aldo Venuta Rodríguez

7 min lectura

Camión cisterna de hidrógeno con tanque H₂ avanzando por carretera
Imagen ilustrativa. Créditos: Iceebook

El hidrógeno verde se ha convertido en una especie de comodín dentro del debate energético. Gobiernos, empresas e incluso divulgadores lo presentan como si fuera un combustible milagroso capaz de sustituir al gas, al diésel o a la electricidad en casi todo. Pero esa idea parte de un error fundamental: el hidrógeno no es una fuente de energía primaria, sino un producto que solo existe cuando antes se gasta energía para fabricarlo. Y esa diferencia, aunque parezca sutil, cambia completamente la forma en que debería discutirse su papel en la transición energética.

Esta confusión se repite tanto que termina inflando expectativas. Muchas personas creen que basta con producir hidrógeno para solucionar la descarbonización industrial o del transporte, cuando en realidad cada kilo requiere un gasto energético considerable. Si se ignora este punto, el debate pierde realismo y se sobrevalora lo que el hidrógeno puede aportar. A menudo se le asignan funciones que, simplemente, no puede cumplir sin un coste enorme.

A diferencia del sol, el viento o el gas natural, el hidrógeno no aparece en la naturaleza listo para usarse. Hay que crearlo mediante electrólisis, un proceso que rompe moléculas de agua utilizando electricidad. Y ese proceso consume más energía de la que luego se recupera al utilizar el hidrógeno. Sin entender esto, todo lo demás queda descolocado: si el punto de partida ya requiere un gasto significativo, el hidrógeno nunca puede verse como una solución mágica ni como un recurso inagotable.

Por eso los especialistas insisten en que el hidrógeno debe verse como un vector energético: algo que transporta energía, pero que no la genera. Esta diferencia es esencial para saber dónde encaja, dónde aporta valor y en qué situaciones simplemente no tiene sentido utilizarlo. En la práctica, identificar bien este matiz evita malinterpretar su potencial y ayuda a orientar mejor las inversiones y las políticas públicas.

Publicidad

Producir hidrógeno exige mucha energía y gran parte se pierde a lo largo del proceso

Uno de los errores que más se repiten en discursos políticos o empresariales es la idea de que el hidrógeno verde puede sustituir a los combustibles fósiles en prácticamente cualquier aplicación. Pero su eficiencia es limitada: desde la electrólisis hasta el almacenamiento, la compresión, el transporte y el uso final, cada paso implica pérdidas importantes. Es un proceso largo, complejo y muy distinto de la simple electricidad que sale de un enchufe.

En muchos escenarios, de cada 100 unidades de energía renovable invertidas solo se recuperan entre 30 y 40 cuando el hidrógeno se utiliza como combustible. Con un rendimiento así, es evidente que para coches, autobuses urbanos o calefacción doméstica resulta mucho menos eficiente que la electrificación directa. Insistir en usarlo en esos ámbitos solo encarecería todo sin una justificación real.

Eso no lo invalida. En industrias como la metalurgia, la producción de fertilizantes, el transporte marítimo o la aviación de largo recorrido, no existen alternativas eléctricas simples. En esos sectores, el hidrógeno verde sí puede ser crucial porque permite alcanzar temperaturas, densidades energéticas o reacciones químicas imposibles de lograr solo con electricidad. Es ahí donde realmente muestra su valor y donde puede convertirse en una pieza decisiva para reducir emisiones.

El reto es entender que su papel será específico y limitado, no universal. No está diseñado para todo, sino para cubrir huecos donde la electricidad, por más eficiente que sea, no puede llegar. Esta distinción es clave para evitar expectativas irreales y orientar mejor las inversiones.

Publicidad

Por qué atrae tanto a gobiernos y empresas si todavía es tan costoso

El interés que genera el hidrógeno verde no se explica solo por su potencial técnico. Hay también un fuerte componente geopolítico: países con abundante sol o viento aspiran a convertirse en exportadores de energía renovable transformada en moléculas. En otras palabras, vender hidrógeno como hoy se vende gas o petróleo. La idea de crear un nuevo mercado energético global resulta atractiva para muchos gobiernos.

Para las economías industrializadas, ofrece una vía para descarbonizar sectores difíciles sin perder competitividad. Y para las empresas representa un mercado emergente que podría movilizar miles de millones en electrolizadores, puertos, tuberías e infraestructura global. Este potencial económico explica por qué tantos actores lo impulsan, incluso cuando su eficiencia sigue siendo baja.

Además, funciona como símbolo de modernización tecnológica. Aunque todavía esté lejos de ser masivo, su promesa alimenta estrategias políticas, anuncios corporativos y planes a largo plazo. Para muchos países, apostar por el hidrógeno significa mostrar ambición y posicionarse dentro de la industria energética del futuro, incluso si la realidad avanza más despacio que las expectativas.

El reto real: producir hidrógeno con renovables y a una escala que aún no existe

El hidrógeno solo puede llamarse verde si se fabrica exclusivamente con electricidad renovable. Sin embargo, la mayoría del hidrógeno producido hoy en el mundo proviene del gas natural, lo que genera emisiones de CO₂. Pasar a un modelo totalmente renovable exige multiplicar la capacidad solar y eólica y construir redes capaces de soportar esa demanda adicional. Es un desafío técnico y logístico enorme.

Publicidad

Además, producir hidrógeno de manera estable requiere instalaciones robustas, suministro continuo de energía y sistemas que funcionen incluso en días sin viento o sin sol. Todo esto convierte al hidrógeno verde en un proyecto de largo plazo, que avanza más despacio de lo que suelen sugerir los discursos optimistas. La infraestructura aún está en desarrollo y la escala actual está muy por debajo de lo que se necesitaría para convertirlo en un recurso global abundante.

Europa, Japón y varios países de América Latina ya tienen hojas de ruta, pero coinciden en lo mismo: durante años será un recurso limitado y valioso, no una solución masiva e inmediata. La transición es posible, pero requiere tiempo, inversión y una planificación energética realista que no dependa de expectativas infladas.

El punto clave: dejar de imaginarlo como “la gasolina del futuro”

El error más repetido es imaginar el hidrógeno verde como un sustituto universal de todos los combustibles fósiles. Su verdadero valor aparece solo en sectores donde no existe una alternativa eléctrica viable. Ahí sí puede marcar una diferencia real y convertirse en una herramienta que permita avanzar sin tener que esperar tecnologías milagrosas que aún no existen.

Para que el debate público avance, es necesario entender sus límites y también sus ventajas. Usarlo en aplicaciones ineficientes lo hará caro y poco útil. Usarlo donde realmente aporta permitirá acelerar la transición energética sin caer en promesas infladas. La clave está en aplicarlo con criterio y no como solución mágica para todo.

Publicidad

El hidrógeno verde no será el centro del sistema energético del futuro, pero puede convertirse en una herramienta estratégica cuando se aplica con precisión y realismo. Reconocer esto no reduce su importancia: al contrario, la coloca en el lugar exacto donde puede ofrecer su mayor impacto.

Continúa informándote

Paisaje urbano con paneles solares, turbinas eólicas y una red eléctrica digital resaltada con líneas luminosas.
Energía

La red eléctrica del futuro: más descentralizada y más inteligente

La red eléctrica evoluciona hacia un sistema más distribuido, digital y flexible donde hogares, baterías y vehículos eléctricos juegan un papel clave en la estabilidad y el uso de renovables

Paneles solares y aerogeneradores en un paisaje montañoso
Energía

El sector renovable avanza en Colombia, pero obstáculos regulatorios frenan su verdadero potencial

Colombia aumenta casi 50% su capacidad renovable en 2025, pero trámites lentos y falta de regulación siguen frenando la entrada y operación de nuevos proyectos

Gasoducto metálico cortado con una sección pintada con la bandera de la Unión Europea y válvulas cerradas al fondo
Energía

La UE acelera la salida del gas ruso mientras algunos países advierten que no pueden adaptarse

La UE avanza hacia el fin del gas ruso para 2027, pero varios países muy dependientes del gas alertan que no pueden adaptarse al ritmo impuesto por Bruselas

Parque eólico marino al atardecer visto desde la costa
Energía

Por qué los parques eólicos marinos generan tanta polémica

Los parques eólicos marinos son clave para la transición energética, pero generan protestas por su impacto visual, económico y ambiental en las comunidades costeras

Montón de granos de soja extendidos sobre una superficie
Energía

Suben los precios del bioetanol y el biodiésel en Argentina tras una nueva resolución oficial

El Gobierno argentino actualiza los valores del bioetanol y el biodiésel usados en mezclas obligatorias para el mercado interno con aumentos publicados en el Boletín Oficial

Bomba extractora de petróleo operando en un campo abierto
Energía

Europa vuelve a apostar por el petróleo y el gas para reducir su dependencia energética

Europa reactiva proyectos de exploración de petróleo y gas en Grecia, Italia y Reino Unido para reducir su dependencia de las importaciones tras la crisis energética de 2022