La Amazonía no es el pulmón del planeta pero su importancia es innegable.
La creencia de que la Amazonía produce el 20% del oxígeno del mundo es un mito. Si bien la selva juega un papel clave en el equilibrio del carbono, el oxígeno que respiramos proviene en su mayoría de otra fuente.
5 min lectura
La selva amazónica ha sido llamada el “pulmón del planeta” por su supuesta capacidad de producir una quinta parte del oxígeno mundial. Esta idea se ha popularizado en discursos ambientales y medios de comunicación, pero la realidad es muy diferente. Aunque la Amazonía desempeña un papel crucial en el equilibrio del clima y en la biodiversidad, su aporte neto de oxígeno a la atmósfera es prácticamente nulo.
Las plantas realizan la fotosíntesis, un proceso mediante el cual absorben dióxido de carbono y liberan oxígeno. Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de la Amazonía. De hecho, ocurre en todos los ecosistemas con vegetación, desde los bosques templados hasta las praderas y selvas tropicales. La diferencia radica en que, en la Amazonía, la respiración de sus organismos y la descomposición de la materia orgánica consumen casi todo el oxígeno que se genera, dejando un balance neto de producción de oxígeno cercano a cero.
Además, la idea de que la Amazonía es una fuente inagotable de oxígeno ignora el papel de los océanos. Más del 50% del oxígeno del planeta es generado por el fitoplancton, un conjunto de diminutas algas marinas que realizan la fotosíntesis. A diferencia de los bosques, parte del carbono fijado por estas algas queda atrapado en el fondo del océano, evitando su liberación inmediata a la atmósfera y permitiendo un aporte neto positivo de oxígeno.
El fitoplancton oceánico es una de las principales razones por las que nuestro planeta tiene una atmósfera rica en oxígeno. Su capacidad para convertir el dióxido de carbono en oxígeno libre es superior a la de cualquier bosque tropical. Sin estas diminutas algas, la composición de la atmósfera sería completamente distinta y la vida, tal como la conocemos, no existiría.
Esto no significa que la Amazonía no sea importante. Su verdadero valor no está en la producción de oxígeno, sino en su capacidad para almacenar grandes cantidades de carbono. Los bosques tropicales como la Amazonía funcionan como enormes depósitos de carbono, absorbiendo CO₂ de la atmósfera y reduciendo la cantidad de gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.
Sin embargo, la deforestación y los incendios están reduciendo la capacidad de la Amazonía para absorber carbono. La eliminación de grandes áreas de vegetación libera enormes cantidades de carbono a la atmósfera, lo que acelera el cambio climático. Esto puede generar un efecto en cadena, donde el calentamiento global provoca más incendios forestales y sequías, afectando aún más la capacidad de la selva para cumplir su función ecológica.
Además de su papel en el ciclo del carbono, la Amazonía alberga una biodiversidad única en el mundo. Con millones de especies de plantas, animales y microorganismos, es un laboratorio natural que aún guarda innumerables secretos científicos. Muchas de las medicinas que utilizamos hoy en día provienen de compuestos naturales descubiertos en la selva, lo que demuestra su valor más allá de la producción de oxígeno.
El problema de la deforestación no solo afecta a la Amazonía, sino que tiene consecuencias globales. La alteración del equilibrio ecológico en una región tan grande puede afectar los patrones climáticos en otras partes del mundo, generando sequías en algunos lugares y lluvias extremas en otros. La desaparición de grandes extensiones de bosque también reduce la capacidad de la Tierra para absorber CO₂, acelerando aún más el calentamiento global.
Por ello, proteger la Amazonía no significa “salvar el oxígeno del mundo”, sino garantizar la estabilidad climática y preservar un ecosistema que desempeña múltiples funciones esenciales para la vida en el planeta. La conservación de los bosques y los océanos debe ser una prioridad, pero es importante hacerlo con un conocimiento preciso de sus verdaderos roles ecológicos.
En conclusión, la idea de que la Amazonía es el “pulmón del planeta” es un mito que debe ser reemplazado por una comprensión más profunda de su función real. El oxígeno que respiramos proviene en gran parte de los océanos, mientras que la selva amazónica cumple un papel fundamental en la regulación del carbono y la biodiversidad. Proteger la Amazonía es crucial, pero no por la razón equivocada. La lucha por su conservación es, en última instancia, una lucha por la salud del planeta y el bienestar de las futuras generaciones.
Como siempre digo, la verdad no necesita adornos, solo comprensión. Más allá del mito del pulmón del planeta, la Amazonía sigue siendo esencial para el equilibrio del clima y la biodiversidad.
Preguntas frecuentes
La Amazonía genera oxígeno mediante la fotosíntesis, pero también lo consume a través de la respiración y la descomposición, dejando un balance neto casi nulo.
El fitoplancton en los océanos es el principal productor de oxígeno, generando más del 50% del total atmosférico.
La Amazonía regula el clima, almacena carbono y alberga una biodiversidad única, desempeñando un papel clave en la estabilidad del planeta.
Su desaparición aumentaría el calentamiento global, alteraría los patrones climáticos y provocaría la pérdida de especies, afectando a todo el planeta.
Continúa informándote
La COP30 busca reactivar la acción global contra el cambio climático
Brasil quiere que la COP30 marque un punto de inflexión real en la acción climática, combinando cooperación internacional, financiamiento verde y políticas de adaptación.
El cometa interestelar 3I/Atlas no representa amenaza: NASA desmiente teorías de defensa planetaria
La NASA aclara que el cometa 3I/Atlas no supone riesgo para la Tierra y desmiente los rumores sobre un supuesto “protocolo de defensa planetaria”.
Hielo de seis millones de años en la Antártida ofrece pistas sobre una Tierra más cálida
Un núcleo de hielo hallado en las colinas Allan de la Antártida contiene aire atrapado de hace seis millones de años, revelando cómo era el clima en una Tierra mucho más cálida.
Detectan un par de fusiones de agujeros negros que confirman teorías de Einstein
Dos fusiones de agujeros negros observadas por LIGO-Virgo-KAGRA confirman predicciones de Einstein y revelan nuevas pistas sobre cómo se forman estos objetos extremos.
Bajo una Tierra aparentemente inmóvil, la tectónica ya forjaba los océanos que harían posible la vida compleja
Un estudio de la Universidad de Sídney demuestra que durante los llamados “mil millones aburridos” la tectónica de placas transformó los océanos, preparando el terreno para la aparición de la vida compleja