Así lograron las ballenas jorobadas recuperarse tras estar al borde del colapso
Cuando Olga Filatova comenzó sus campañas de campo en el año 2000, ver una ballena jorobada era casi un milagro. Podían pasar semanas sin rastro de una sola. Hoy, en esas mismas aguas del Pacífico Norte, los avistamientos son diarios. El cambio es tan drástico que cuesta dimensionarlo: la población global, que llegó a caer a unos 10.000 individuos, ronda ahora las 80.000 según estimaciones conservadoras.