Harvard detecta supertierras en órbitas lejanas: ¿la vida es más común en el universo de lo que pensábamos?
Científicos de Harvard hallaron supertierras en órbitas como la de Júpiter, lo que refuerza la posibilidad de vida más allá de la Tierra
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
3 min lectura
Un nuevo estudio liderado por astrofísicos de la Universidad de Harvard acaba de replantear las teorías predominantes sobre la formación planetaria y la posibilidad de vida en otros mundos. El hallazgo de supertierras ubicadas en órbitas lejanas, similares a las de Júpiter o Saturno, refuerza la idea de que los planetas rocosos —posibles candidatos para albergar vida— podrían ser más comunes de lo que se pensaba.
El descubrimiento se basó en el análisis de eventos de microlente gravitacional, un fenómeno que ocurre cuando la luz de una estrella distante es desviada y amplificada por la gravedad de un objeto intermedio, como un planeta. Este método permitió observar un planeta de tipo supertierra en una órbita considerablemente alejada de su estrella, rompiendo con la creencia de que estos mundos sólo se forman cerca del calor estelar.
Jennifer Ye, investigadora de Harvard y una de las autoras del estudio, explicó: “La sorpresa fue encontrar estos planetas similares a la Tierra, pero en regiones frías del sistema, lo que sugiere que hay más diversidad planetaria de la que imaginábamos. Ahora sabemos que las supertierras son más frecuentes a distancias de hasta 10 unidades astronómicas”.
Los resultados apuntan a una estadística contundente: existe aproximadamente 0,35 supertierras por cada estrella con órbitas amplias. Esta proporción sugiere que los planetas rocosos, como el nuestro, no son rarezas del universo, sino parte de una arquitectura planetaria mucho más extendida. Cuantos más planetas como la Tierra existan, más probable es que al menos algunos de ellos reúnan condiciones aptas para la vida.
La investigación propone que existen dos rutas principales en la formación de planetas: una que lleva a la creación de supertierras y otra que da lugar a gigantes gaseosos. Aunque difieren en tamaño y composición, ambos tipos podrían tener ambientes adecuados para el desarrollo de vida, dependiendo de factores como la atmósfera, el agua líquida y la estabilidad orbital.
Este trabajo se suma a una creciente evidencia observacional. Telescopios como el James Webb y otros sistemas de detección han revelado la existencia de exoplanetas similares a la Tierra, incluso a decenas de años luz de distancia. Por ejemplo, el planeta LHS 475 b, con un tamaño casi idéntico al de la Tierra, fue recientemente confirmado a solo 41 años luz, en la constelación de Octans.
Además, el planeta K2-18b —unas 2,5 veces más grande que la Tierra— ha mostrado indicios de elementos potencialmente compatibles con la vida. Todo esto refuerza una visión cada vez más extendida en la comunidad científica: la vida puede no ser una excepción, sino una consecuencia natural de la química universal.
Si los planetas rocosos no solo abundan cerca de sus estrellas sino también en regiones más frías y estables, se amplía significativamente el mapa de lugares potencialmente habitables del cosmos. Y con ello, también se expande la esperanza de que algún día descubramos que no estamos solos.
Referencias: Harvard Astronomy Department, NASA Exoplanet Exploration Program
Preguntas frecuentes
Son planetas rocosos más grandes que la Tierra pero más pequeños que Neptuno, con potencial para albergar vida.
Se usó el fenómeno de microlente gravitacional, que amplifica la luz estelar debido a la gravedad.
Rompe la idea de que sólo se forman cerca de las estrellas, ampliando el número de planetas habitables.
Sugiere que la vida podría ser más común, al haber más planetas rocosos de lo que se pensaba.
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