Un nuevo estudio revela cómo podrían formarse los océanos ocultos en las lunas heladas del Sistema Solar

El nuevo modelo sugiere que en lunas heladas pequeñas, el derretimiento del hielo desde la base puede reducir la presión hasta el punto de que el océano subterráneo llegue a hervir y deje huellas en la superficie

Autor - Aldo Venuta Rodríguez

5 min lectura

La luna Mimas de Saturno vista por la sonda Cassini, con detalles de su superficie helada
Mimas, una de las lunas heladas de Saturno, captada por Cassini. Un estudio sugiere que podría ocultar un océano bajo el hielo que explicaría sus rasgos superficiales. Créditos: NASA/JPL-Caltech/SSI.

La imagen clásica de las lunas heladas del Sistema Solar suele ser la de esferas blancas, frías y geológicamente muertas. Pero bajo esa apariencia tranquila puede esconderse una historia muy distinta. Un nuevo estudio publicado en Nature Astronomy, encabezado por el investigador Max Rudolph, de la Universidad de California Davis, explora cómo se comportan el hielo y el agua en estos mundos y qué procesos podrían estar dando forma a su superficie.

En los planetas rocosos como la Tierra, la geología está dominada por roca fundida, placas tectónicas y volcanismo. En las lunas heladas, el papel del magma lo juega el agua: hielo que se deforma, se derrite y vuelve a congelarse. Ese ciclo, impulsado por el calor interno y por las fuerzas de marea del planeta que orbitan, puede generar océanos subterráneos entre la corteza helada y el interior rocoso.

Algunas de estas lunas ya son sospechosas de albergar océanos. Encélado, por ejemplo, expulsa chorros de agua desde su polo sur y se considera uno de los lugares más prometedores para buscar vida fuera de la Tierra. Otras, como Mimas o Miranda, parecían hasta ahora mucho más inertes. El nuevo trabajo apunta a que quizá estén menos “muertas” de lo que sugieren las primeras imágenes.

Las fuerzas de marea son una pieza central del estudio. A medida que una luna orbita su planeta, la gravedad la estira y la comprime. Esa deformación genera calor interno, que puede derretir el hielo desde abajo. Cuando el calentamiento aumenta, la capa helada se adelgaza; cuando decae, vuelve a engrosarse. A lo largo de millones de años, ese balance entre fusión y congelación puede reconfigurar el interior de la luna y dejar señales visibles en la superficie.

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En trabajos anteriores, Rudolph y su equipo habían analizado qué ocurre cuando la capa de hielo se hace más gruesa. Como el hielo ocupa más volumen que el agua líquida, la congelación tiende a empujar hacia arriba y a generar tensiones en la corteza, algo que podría explicar estructuras como las famosas “rayas de tigre” de Encélado.

En este nuevo estudio se preguntan lo contrario: qué sucede cuando el hielo se derrite desde la base. El resultado sorprende. Al transformarse en agua líquida menos densa, la presión sobre el océano subterráneo disminuye. En lunas pequeñas, como Mimas y Encélado de Saturno o Miranda de Urano, esa caída de presión podría ser suficiente para alcanzar el punto triple del agua, donde coexisten hielo, líquido y vapor.

En esa situación extrema, el océano oculto podría literalmente empezar a hervir bajo la corteza. La ebullición crearía burbujas, cambios de densidad y movimientos del material que, con el tiempo, podrían generar fracturas, zonas levantadas y patrones extraños en la superficie. Los autores proponen que algunas estructuras llamativas de Miranda, como sus coronas de crestas y acantilados, encajarían bien con este tipo de procesos internos.

Mimas, por otro lado, siempre se ha visto como una esfera llena de cráteres, famosa por su parecido con la “Estrella de la Muerte”. A primera vista parece geológicamente muerta. Sin embargo, su ligera oscilación orbital sugiere que podría esconder un océano bajo el hielo. El modelo de Rudolph ayuda a conciliar estas dos ideas: es posible que la capa helada no se haya roto, pero que el interior haya vivido fases de derretimiento y cambios de presión que no dejaron cicatrices evidentes en la superficie.

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El tamaño de cada luna marca una diferencia importante. En cuerpos helados más grandes, como Titania, la caída de presión inducida por el derretimiento no sería suficiente para alcanzar el punto triple antes de que la corteza se fracture. Eso implicaría una historia geológica distinta: periodos de adelgazamiento del hielo seguidos por un nuevo engrosamiento, con más énfasis en grietas y fallas que en procesos de ebullición subterránea.

El estudio no se limita a interpretar fotos bonitas de sondas espaciales. Busca construir un marco físico que permita relacionar lo que se ve arriba con lo que ocurre abajo. Igual que la geología terrestre ayuda a reconstruir la historia de nuestro planeta, la geología del hielo en estas lunas heladas puede revelar cómo han evolucionado a lo largo de millones de años.

Los coautores del trabajo, procedentes de UC Berkeley, el Southwest Research Institute y el Planetary Science Institute, coinciden en que comprender estos mecanismos es clave si queremos saber qué lunas pueden mantener océanos estables durante largos periodos. Y, por extensión, cuáles podrían ofrecer entornos interesantes para la química compleja o incluso para formas primitivas de vida.

El estudio fue financiado en parte por la NASA, que ve en estas lunas objetivos prioritarios para futuras misiones. De cara al futuro, los autores señalan que la combinación de modelos numéricos, nuevas observaciones y exploración in situ será esencial para poner a prueba sus hipótesis. Lo que hoy es teoría podría confirmarse el día de mañana cuando una nave vuelva a sobrevolar de cerca estos mundos helados y vuelva a mirar bajo su superficie.

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Fuente: Nature Astronomy

Preguntas frecuentes

¿Qué propone el nuevo estudio sobre las lunas heladas?

Que en lunas pequeñas el hielo puede derretirse desde la base, bajar la presión del océano subterráneo y llevarlo incluso a hervir bajo la corteza.

¿En qué lunas podría ocurrir este proceso?

Principalmente en lunas pequeñas como Mimas y Encélado de Saturno o Miranda de Urano, donde la caída de presión es más marcada.

¿Qué señales dejaría la ebullición subterránea?

Podría generar fracturas, zonas elevadas y patrones extraños en la superficie, similares a algunas estructuras observadas en Miranda.

¿Por qué es importante para la búsqueda de vida?

Porque estos procesos ayudan a entender qué lunas pueden mantener océanos líquidos durante largos periodos, un requisito clave para química compleja y posibles formas de vida.

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