Investigadores demuestran que los satélites permiten medir la adaptación al clima incluso en las regiones más remotas
El estudio muestra cómo las observaciones satelitales, combinadas con inteligencia artificial, permiten medir acciones de adaptación climática en agricultura, biodiversidad, salud y eventos extremos
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
4 min lectura
Un nuevo estudio internacional, en el que participa la Universidad de Galway, confirma que la observación de la Tierra mediante satélites se ha convertido en una herramienta fundamental para medir cómo comunidades, ecosistemas y sectores productivos están adaptándose a los impactos climáticos. La investigación demuestra que los datos espaciales permiten evaluar la resiliencia incluso en zonas agrícolas y naturales donde no existen mediciones en tierra o son demasiado difíciles de obtener.
El trabajo, publicado en npj Climate and Atmospheric Science y liderado por la Agencia Espacial Europea, coincide con la celebración de la COP30. Los investigadores analizaron cómo las observaciones satelitales pueden apoyar los objetivos del Acuerdo de París, en particular el Objetivo Global de Adaptación (OGA), que busca reducir la vulnerabilidad climática en todo el planeta. La conclusión es clara: los satélites ofrecen una capacidad de seguimiento que ningún otro sistema puede igualar.
Gran parte del avance proviene del uso combinado de imágenes satelitales y técnicas de inteligencia artificial. El equipo del Instituto Ryan de la Universidad de Galway contribuyó a desarrollar métodos que permiten transformar datos espaciales en indicadores útiles para sectores como la agricultura, la biodiversidad, la gestión de fenómenos extremos y la salud pública. Estas herramientas ayudan a evaluar en tiempo real qué regiones están adaptándose y cuáles necesitan apoyo urgente.
Uno de los puntos clave del estudio es que muchas de las llamadas Variables Climáticas Esenciales, como la temperatura de la superficie, la humedad del suelo o la cobertura vegetal, pueden medirse desde el espacio con una precisión que se mantiene en el tiempo. Además, los satélites ofrecen series de datos de hasta 60 años, lo que permite detectar tendencias y evaluar si las estrategias de adaptación realmente funcionan.
Los investigadores destacan que las aplicaciones prácticas ya son tangibles. En agricultura, por ejemplo, los satélites permiten monitorizar la eficiencia del riego y los cambios en la productividad de los cultivos. En conservación, herramientas globales basadas en imágenes como Mangrove Watch o Forest Watch ayudan a vigilar ecosistemas frágiles. Y en el ámbito de los eventos extremos, la observación espacial permite caracterizar inundaciones, sequías o islas de calor con un nivel de detalle imposible de lograr solo con estaciones terrestres.
El equipo también subraya el valor de estos datos para la salud pública. La temperatura de la superficie terrestre y la calidad del aire observadas desde el espacio sirven para anticipar olas de calor, identificar poblaciones vulnerables y apoyar modelos que predicen posibles brotes de enfermedades relacionadas con el clima.
Los responsables del estudio advierten, además, que la integración de estos datos en los indicadores de adaptación debe hacerse desde el inicio. Según la científica de la ESA Sarah Connors, una incorporación tardía dificultaría armonizar la información, tal como sucedió en ciertos indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La recomendación es clara: los datos satelitales deben ser parte estructural del marco de seguimiento global.
Desde la Universidad de Galway, la profesora Frances Fahy destacó el impacto de la investigación en el desarrollo de políticas climáticas basadas en evidencia. Afirmó que el trabajo del equipo, que combina IA y observación terrestre, demuestra la importancia de la investigación interdisciplinaria para enfrentar la crisis climática. Su colega, el profesor Aaron Golden, remarcó que la capacidad de vincular datos espaciales con información sobre el terreno permite evaluar la adaptación en cualquier región del planeta de forma consistente y objetiva.
El estudio confirma que los satélites no solo ayudan a comprender el cambio climático, sino que se están convirtiendo en una herramienta decisiva para medir la respuesta global ante él. En un mundo donde las regiones vulnerables suelen carecer de infraestructura de monitoreo, las observaciones espaciales ofrecen una ventana estable, precisa y accesible para evaluar cómo avanza la adaptación en todos los rincones del planeta.
Fuente: Nature
Preguntas frecuentes
Confirma que las observaciones satelitales permiten medir cómo comunidades y ecosistemas se adaptan al cambio climático, incluso en regiones donde no existen mediciones en tierra.
La IA se usa para transformar los datos satelitales en indicadores útiles para sectores como la agricultura, la biodiversidad, la gestión de fenómenos extremos y la salud pública.
Pueden medir variables climáticas esenciales —como temperatura, humedad del suelo o vegetación— con precisión global y registros de hasta 60 años, lo que permite detectar tendencias de adaptación a largo plazo.
Porque incorporar datos satelitales desde el inicio garantiza coherencia en los indicadores globales y permite diseñar políticas basadas en evidencia para fortalecer la resiliencia frente al cambio climático.
Continúa informándote
Las aguas costeras se acidifican a un ritmo más rápido de lo esperado, amenazando economías y ecosistemas
Un estudio de la Universidad de St Andrews revela que las zonas costeras se acidifican más rápido de lo previsto por el CO₂ atmosférico, poniendo en riesgo la pesca y los ecosistemas marinos
Aclarear un bosque puede alterar su papel como sumidero o fuente de carbono
Investigadores finlandeses comprobaron que el aclareo forestal puede convertir temporalmente los bosques en fuentes de carbono y afectar su capacidad de recuperación a largo plazo
Las Maldivas podrían sufrir inundaciones extremas cada dos años debido al aumento del nivel del mar
Un estudio advierte que las Maldivas podrían sufrir inundaciones severas cada dos o tres años antes de 2050 debido al aumento del nivel del mar, poniendo en riesgo comunidades y ecosistemas
La COP30 prioriza la captura de carbono en tierra frente a la reducción directa de emisiones
Un informe presentado en la COP30 advierte que los países están apostando por la captura de carbono terrestre y la plantación masiva de árboles en lugar de reducir las emisiones y detener la deforestación
El 16 % del carbono orgánico del océano Ártico proviene del deshielo del permafrost
Un estudio del Instituto Alfred Wegener revela que el 16 % del carbono orgánico disuelto en el océano Ártico procede de tierra firme, liberado por el deshielo del permafrost y la erosión costera
2025 será el año con más emisiones de CO₂ por combustibles fósiles en la historia moderna
El Global Carbon Project prevé que las emisiones de CO₂ por combustibles fósiles alcancen un récord de 38.100 millones de toneladas en 2025, acercando el límite de 1,5 °C del calentamiento global