La apuesta global por las energías renovables se fortalece mientras emergen nuevas desigualdades
El nuevo informe de Irena revela que la inversión en energías renovables crece con fuerza, pero sigue concentrándose en pocas economías, dejando atrás a países emergentes y en desarrollo
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
5 min lectura
La inversión destinada a impulsar la transición energética volvió a alcanzar cifras históricas en 2024. El informe Panorama mundial de la financiación de la transición energética 2025, elaborado por Irena en colaboración con la Iniciativa Política Climática (CPI), confirma que el dinero destinado a tecnologías limpias sigue creciendo a nivel internacional. Es un avance significativo, fruto del abaratamiento tecnológico, la presión climática y la necesidad de reforzar la seguridad energética.
Pero el documento también deja claro que este progreso no se distribuye por igual. Las economías avanzadas y China absorben la inmensa mayoría del capital, mientras que los países emergentes y en desarrollo siguen teniendo enormes dificultades para financiar sus propios proyectos. La brecha entre regiones no solo persiste: se está ampliando.
El estudio se presentó en la Cumbre del Clima de Belém (COP30), donde Irena advirtió que avanzar así “no alcanza para asegurar una transición verdaderamente global”. La agencia sostiene que, si la financiación continúa tan concentrada, los objetivos internacionales para 2030 serán mucho más difíciles de cumplir.
La transición avanza, pero no para todos al mismo ritmo
Francesco La Camera, director general de Irena, expresó una mezcla de optimismo y preocupación. Aseguró que la financiación “se está disparando”, pero insistió en que el progreso está ocurriendo sobre un terreno muy desigual. El 90% del capital destinado a la transición energética aterriza en economías con mayor capacidad fiscal, mercados financieros sólidos y condiciones más favorables para la inversión.
En cambio, los países con menos recursos siguen atrapados en costes altos del capital, falta de garantías y sistemas financieros frágiles. La dependencia del dinero externo, explica el informe, es tan grande que incluso pequeñas variaciones globales afectan la posibilidad de desarrollar proyectos renovables. Para estas regiones, la transición energética avanza con freno puesto.
La Camera insistió en que el sector público y los organismos multilaterales deben jugar un papel mayor, especialmente allí donde la financiación privada simplemente no llega.
La energía solar domina el panorama mundial
Entre todas las tecnologías, la fotovoltaica vuelve a ser la protagonista. El informe registra un nuevo máximo de inversión en solar, empujado por la expansión industrial, la caída de costes y la instalación masiva de parques en varios países.
Aun así, Irena advierte que el incremento general de las renovables fue más moderado que en el año anterior. La extraordinaria expansión de 2023 no se repitió, y eso refleja que la transición energética no crece de forma lineal, sino con altibajos influenciados por factores económicos y geopolíticos.
El sector eléctrico continúa absorbiendo prácticamente todo el flujo de inversión renovable, una tendencia que consolidó aún más su peso dentro de la transición energética global.
Un modelo financiero demasiado dependiente del capital privado
Uno de los puntos que más preocupa a los autores del informe es la estructura de la financiación. Casi la mitad del dinero llega en forma de deuda, generalmente a tipos comerciales, lo que limita el acceso a países con economías más débiles y eleva su riesgo de endeudamiento.
Las subvenciones representan menos del 1% del total. Esta cifra revela un déficit grave en el llamado “capital de impacto”, es decir, fondos capaces de apoyar a regiones vulnerables sin aumentar sus cargas financieras.
Según Irena, sin una reforma profunda en cómo se financian los proyectos —más garantías públicas, más fondos climáticos y más acuerdos multilaterales— la transición seguirá siendo desigual.
La industria renovable también está desequilibrada
La concentración no solo afecta a la financiación, sino también a la fabricación de tecnologías clave. Entre 2018 y 2024, China captó el 80% de toda la inversión mundial en fábricas de paneles solares, baterías, aerogeneradores e hidrógeno. Esta dependencia, explica el informe, genera riesgos para la cadena de suministro global y puede limitar la diversificación industrial.
A pesar de ello, empiezan a surgir nuevas plantas fuera de China y las economías avanzadas. Irena considera esto un signo positivo, aunque insuficiente. En 2024, la inversión global en fábricas cayó debido a un descenso en la fabricación solar, mientras que la dedicada a baterías prácticamente se duplicó, impulsada por la demanda de almacenamiento, coches eléctricos y centros de datos.
Una transición que necesita cooperación real
El informe concluye con un mensaje claro: la inversión crece, pero no al ritmo necesario para triplicar la capacidad renovable en 2030, un objetivo clave para mantener vivo el acuerdo climático global.
Irena pide un cambio profundo en la forma de financiar la transición, con más compromiso público, más cooperación internacional y más apoyo directo a países que hoy están quedando fuera de la transformación energética.
Mientras la inversión mundial en renovables sigue rompiendo récords, la desigualdad en su distribución continúa siendo la mayor amenaza para la transición energética global.
Fuente: Energías Renovables
Preguntas frecuentes
Que la financiación está creciendo a niveles históricos, pero se concentra sobre todo en economías avanzadas y en China, ampliando la brecha con los países en desarrollo.
Porque enfrentan costes financieros altos, falta de garantías, sistemas frágiles y una gran dependencia del capital externo, lo que limita el desarrollo de proyectos renovables.
La energía solar sigue siendo la más financiada debido a la caída de costes y la expansión industrial, aunque el crecimiento total de renovables fue más moderado que en 2023.
Reformar el modelo de financiación con más apoyo público, más cooperación internacional, más fondos climáticos y mejores garantías para países vulnerables.
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