Las aguas superficiales del Océano Antártico han retenido CO₂ durante décadas gracias a su baja salinidad

El AWI detalla cómo el “refrescamiento” de la superficie reforzó la estratificación y retuvo CO₂ en profundidad, pero advierte que el equilibrio podría invertirse

Autor - Aldo Venuta Rodríguez

3 min lectura

Iceberg flotando en las aguas del mar de Weddell, en la Antártida
Iceberg en el mar de Weddell, océano Antártico, observado durante una expedición científica. Créditos: Instituto Alfred Wegener / Mario Hopmmann.

Un nuevo estudio del Instituto Alfred Wegener (AWI) explica por qué el Océano Antártico continúa absorbiendo dióxido de carbono a pesar de las proyecciones de los modelos climáticos. Según los investigadores, el descenso de salinidad en las capas superficiales ha actuado como un “escudo” que mantiene el CO₂ atrapado en las profundidades.

El hallazgo, publicado en Nature Climate Change, contradice las predicciones que apuntaban a una disminución del papel del océano como sumidero de carbono debido al fortalecimiento de los vientos del oeste. Estos vientos, teóricamente, deberían hacer que el carbono almacenado en el fondo retornara a la atmósfera.

Los resultados ofrecen una visión más compleja de cómo la interacción entre la salinidad, la temperatura y la circulación oceánica determina el comportamiento del CO₂ en el océano Austral, una de las regiones más importantes para el equilibrio climático global.

El papel de la salinidad en la retención del CO₂

Las aguas superficiales del Océano Antártico se han vuelto menos saladas debido al aumento de precipitaciones y al derretimiento del hielo marino. Este fenómeno ha reforzado la estratificación del agua, creando una capa más estable que impide el ascenso del CO₂ acumulado en las profundidades.

Publicidad

“Mientras la barrera entre las capas se mantenga firme, el CO₂ permanecerá atrapado bajo la superficie”, explicó la oceanógrafa Léa Olivier, autora principal del estudio. “Pero si esa separación se debilita, podríamos ver un aumento repentino de emisiones naturales desde el océano hacia la atmósfera”.

El equipo del AWI analizó datos recopilados durante casi cinco décadas y encontró que la capa superior del océano ha experimentado un “refrescamiento” constante desde la década de 1990, lo que ha permitido mantener temporalmente su función como sumidero de carbono.

Sin embargo, los científicos advierten que el fortalecimiento de los vientos podría invertir esa tendencia, acercando las aguas profundas ricas en carbono hacia la superficie y alterando el equilibrio actual.

Observaciones y evidencias del cambio

Las mediciones indican que desde los años noventa, la frontera entre las masas de agua profunda y superficial se ha desplazado unos 40 metros hacia arriba. Esto significa que el límite entre ambas capas se vuelve cada vez más delgado y propenso a mezclarse, especialmente durante el invierno antártico.

Publicidad

Este cambio, según el estudio, demuestra que el océano está entrando en una fase de transición. A corto plazo, la estratificación ayuda a retener carbono; a largo plazo, podría liberar una parte significativa del CO₂ acumulado durante décadas.

“Lo que más nos sorprendió fue que la respuesta no estaba en la superficie, sino bajo ella”, señaló Olivier. “Si no observamos lo que ocurre en profundidad, podemos pasar por alto una parte esencial de la historia del clima”.

Un equilibrio frágil que podría revertirse

Los investigadores advierten que el efecto protector de las aguas dulces podría ser temporal. Si la mezcla entre capas aumenta por el fortalecimiento de los vientos o por variaciones en la temperatura, el océano liberará parte del CO₂ que ha mantenido atrapado durante décadas.

El AWI planea seguir analizando estos procesos a través del programa internacional Antarctica InSync, con el fin de comprender cómo evoluciona la interacción entre el cambio climático y los sumideros oceánicos naturales. Mantener el equilibrio actual, dicen los científicos, será crucial para frenar el ritmo del calentamiento global.

Publicidad

Continúa informándote

Rayo láser verde delgado atravesando un ambiente con ligera niebla
Ciencia

Cómo funciona de verdad un láser y por qué no se ve “el rayo” en el aire

Los láseres producen un tipo de luz extremadamente ordenada y concentrada, pero su rayo casi nunca se ve en el aire. Aquí te explicamos cómo funciona realmente un láser y por qué el haz visible es solo una ilusión del ambiente

Boca humana emitiendo ondas acústicas
Ciencia

Cómo los sonidos de las palabras influyen en lo atractivas y memorables que nos parecen

Un estudio revela que ciertos sonidos hacen que las palabras nos parezcan más atractivas y fáciles de recordar, mostrando cómo la fonética influye en la emoción y la memoria

Modelo tridimensional de la cantera de Rano Raraku generado a partir de miles de imágenes aéreas
Ciencia

Así es el nuevo modelo 3D que permite explorar las estatuas de la Isla de Pascua desde casa

Un modelo 3D de alta resolución de la cantera de Rano Raraku permite explorar desde casa el paisaje donde se tallaron los moáis y revela cómo trabajaban distintos talleres en la Isla de Pascua

Investigadores perforando un núcleo de sedimento en el lago Stoneman con equipo de muestreo
Ciencia

El suroeste de EE. UU. fue más polvoriento entre glaciaciones: un registro de 230.000 años lo demuestra

Un registro de 230.000 años del lago Stoneman revela que el suroeste de EE. UU. emitió más polvo entre glaciaciones que durante ellas, desafiando patrones globales

Muestra de agua contaminada con sedimentos y decoloración visible
Ciencia

Cómo un desecho minero tóxico podría convertirse en una herramienta clave para obtener agua potable

Un estudio demuestra que el drenaje ácido de minas puede transformarse en cloruro férrico para tratar agua potable, convirtiendo un riesgo ambiental en un recurso útil

Lago de K'gari con aguas claras y nivel reducido, conectado a un sistema subterráneo más profundo
Ciencia

Evidencias muestran que los grandes lagos de K’gari enfrentaron una sequía severa entre 7.600 y 5.600 años atrás

Un estudio revela que varios lagos profundos de K’gari se secaron entre 7.600 y 5.600 años atrás, mostrando una sequía extrema y obligando a replantear la historia climática del este de Australia