Astrónomos revelan la imagen de radio más detallada de la Vía Láctea hasta hoy

Una nueva cartografía en radiofrecuencia muestra la Vía Láctea como nunca antes, revelando miles de estructuras invisibles al ojo humano

Comparación del centro de la Vía Láctea: a la izquierda en frecuencias de radio, mostrando estructuras energéticas, y a la derecha en luz visible, con estrellas densamente agrupadas
Izquierda: el centro de nuestra Vía Láctea en color radioeléctrico. Derecha: la misma región observada en luz visible. Créditos: Silvia Mantovanini y equipo GLEAM-X / Axel Mellinger, milkywaysky.com.

Por primera vez, los astrónomos han logrado capturar una imagen de la Vía Láctea en frecuencias de radio con un nivel de detalle sin precedentes. El trabajo, liderado por el Centro Internacional de Investigación en Radioastronomía (ICRAR), ofrece una mirada inédita a las profundidades de nuestra galaxia, revelando estructuras invisibles hasta ahora incluso para los telescopios ópticos más potentes.

El proyecto utilizó el radiotelescopio Murchison Widefield Array (MWA), situado en el remoto interior de Australia Occidental, un lugar elegido por su silencio electromagnético casi total. Allí, miles de pequeñas antenas trabajaron al unísono durante años para rastrear el plano galáctico en busca de señales de baja frecuencia.

Antenas del radiotelescopio Murchison Widefield Array en tierras Wajarri, Australia Occidental, dispuestas en campo abierto.
Antenas del MWA en territorio Wajarri (Australia Occidental). Crédito: Dragonfly Media.

El resultado es una imagen de radio a color que muestra la Vía Láctea como nunca antes, un entramado luminoso donde conviven viveros estelares, restos de supernovas y regiones de gas que respiran al ritmo del cosmos.

Una radiografía cósmica creada con supercomputadoras

El logro fue posible gracias al procesamiento de datos con las supercomputadoras del Centro Pawsey, en Perth. Según la astrónoma Silvia Mantovanini, autora principal del estudio, generar la imagen demandó más de 18 meses de trabajo y cerca de un millón de horas de cálculo.

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La imagen combina observaciones de dos campañas clave, el estudio GLEAM, realizado entre 2013 y 2014, y su versión extendida GLEAM-X, llevada a cabo entre 2018 y 2020. En total, más de 140 noches de observación produjeron una resolución y sensibilidad diez veces mayores que las obtenidas en los mapas anteriores de la Vía Láctea.

La potencia de cómputo permitió a los científicos distinguir las zonas donde nacen las estrellas de aquellas donde mueren, trazando con precisión el ciclo vital del material interestelar. Los datos revelan cómo las nubes de gas, la radiación y los campos magnéticos interactúan en el entorno galáctico.

“Cada píxel es el resultado de miles de observaciones. Juntas, nos muestran una galaxia viva y en constante cambio”, explicó Mantovanini.

Comparación del centro de la Vía Láctea: izquierda, imagen en radiofrecuencia; derecha, en luz visible. Créditos: Silvia Mantovanini y equipo GLEAM-X / Axel Mellinger (milkywaysky.com).

El lenguaje oculto de las estrellas muertas

En la imagen se identifican con claridad los restos de antiguas explosiones estelares, visibles como grandes anillos rojizos que salpican el cielo austral. Cada uno de ellos corresponde a una supernova cuyo eco sigue viajando miles de años después de la detonación.

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Las regiones azuladas marcan zonas donde la materia se concentra y da origen a nuevas estrellas, mientras que los tonos amarillos y verdes delatan la presencia de radiación energética en los alrededores del centro galáctico. Es, en palabras del equipo, “una sinfonía visual del nacimiento y la muerte de las estrellas”.

Los astrónomos esperan que esta herramienta ayude a descubrir miles de remanentes de supernovas aún no catalogados y a comprender mejor el papel de los púlsares, esos relojes cósmicos que giran a velocidades extremas y emiten pulsos de radio milimétricos.

“Cada punto brillante cuenta una historia distinta, algunos son estrellas que acaban de formarse; otros, fantasmas de soles que se apagaron hace millones de años”, añadió Mantovanini.

Un anticipo de la próxima generación de telescopios

La profesora asociada Natasha Hurley-Walker, también del ICRAR, destacó que esta imagen marca un antes y un después en la radioastronomía. “Nunca antes se había logrado un mapa de baja frecuencia de todo el plano galáctico austral. Es un paso histórico para comprender nuestra galaxia en su conjunto”, afirmó.

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Los investigadores subrayan que solo el futuro telescopio SKA-Low, actualmente en construcción en el territorio Wajarri Yamaji, podrá superar la calidad de esta cartografía. Su entrada en funcionamiento, prevista para la próxima década, permitirá observar con una sensibilidad inédita las regiones más profundas del espacio interestelar.

Hasta entonces, esta imagen será la referencia más completa del firmamento austral. Más que una hazaña técnica, es una ventana a nuestro propio hogar cósmico, una galaxia que late, emite y resplandece en frecuencias que ahora, por fin, podemos escuchar.

Preguntas frecuentes

¿Qué muestra la nueva imagen de radio de la Vía Láctea creada por los astrónomos?

Muestra nuestra galaxia en frecuencias de radio con un nivel de detalle sin precedentes, revelando restos de supernovas, zonas donde nacen las estrellas y estructuras invisibles al ojo humano.

¿Cómo se obtuvo esta imagen de alta resolución?

Se generó con el radiotelescopio Murchison Widefield Array (MWA) en Australia Occidental y fue procesada con las supercomputadoras del Centro Pawsey, tras más de 18 meses de trabajo y un millón de horas de cálculo.

¿Qué revelan los datos sobre la estructura de la galaxia?

Permiten distinguir regiones de formación y muerte estelar, mostrando cómo interactúan el gas, la radiación y los campos magnéticos en el plano galáctico, además de identificar nuevos remanentes de supernovas y púlsares.

¿Qué aportará el futuro telescopio SKA-Low a esta línea de investigación?

Superará la resolución actual y permitirá observar con una sensibilidad sin precedentes las zonas más profundas del espacio interestelar, abriendo una nueva era en el estudio de la Vía Láctea.

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