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¿Por qué Israel y Palestina están en conflicto? Claves para entender el conflicto más largo de Oriente Medio

El conflicto Israel-Palestina, que se remonta a más de un siglo, llega a 2025 con una escalada devastadora y sin una salida clara hacia la paz

Banderas de Israel y Palestina superpuestas de forma transparente sobre una ciudad destruida en Gaza, simbolizando el conflicto y la devastación en Oriente Medio
Imagen ilustrativa. Créditos: Iceebook

Desde el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023, que dejó más de 1,200 israelíes muertos y cientos de rehenes, el conflicto ha escalado hasta convertirse en la guerra más mortífera de la historia palestina. La respuesta israelí en Gaza ha dejado barrios enteros arrasados, hospitales colapsados y una población que sobrevive en condiciones extremas.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 50,000 palestinos han muerto de forma directa en los bombardeos, mientras estimaciones independientes elevan la cifra a más de 300,000 cuando se incluyen las muertes por hambre, enfermedades y falta de atención médica. El 90 % de los habitantes de la franja ha sido desplazado, lo que equivale a 2 millones de personas sin hogar.

Los intentos de alto el fuego en 2025 no han logrado detener la violencia. En enero se firmó un acuerdo de tregua, pero Israel lo rompió dos meses después con la llamada "Operación Poder y Espada", que en un solo día mató a más de 400 palestinos, incluidos trabajadores humanitarios. Este hecho confirmó la fragilidad de cualquier intento de paz.

Orígenes del conflicto: de Balfour a la Nakba

El origen histórico se remonta a 1917, cuando la Declaración Balfour prometió el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina. En aquel momento, la región estaba habitada por 700,000 árabes y apenas 83,000 judíos. La contradicción de prometer la misma tierra a dos pueblos distintos generó la semilla del conflicto.

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Durante el Mandato Británico, la inmigración judía creció rápidamente con la llegada de refugiados europeos, especialmente durante el ascenso del nazismo. Para 1947, la población judía alcanzaba las 630,000 personas frente a 1,181,000 árabes palestinos. La tensión derivó en revueltas, ataques y masacres que hicieron imposible la convivencia pacífica.

La ONU intentó resolver la disputa con el Plan de Partición de 1947, otorgando a los judíos el 55 % del territorio pese a que eran un tercio de la población. Los palestinos y los países árabes rechazaron la propuesta, considerando injusta la cesión de sus tierras ancestrales. Un año más tarde, la proclamación del Estado de Israel desató la Nakba: más de 700,000 palestinos expulsados y 531 aldeas destruidas.

Ese éxodo marcó para siempre la identidad palestina. Familias enteras huyeron con las llaves de sus casas esperando volver en cuestión de días, pero 77 años después sus descendientes aún viven en campos de refugiados, convertidos en símbolo de una catástrofe nunca reparada.

Guerras y ocupación: décadas de violencia recurrente

La guerra de 1948 consolidó a Israel como Estado, mientras los palestinos se dispersaron en campos de refugiados en países vecinos. En 1967, con la Guerra de los Seis Días, Israel ocupó Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán, estableciendo una presencia militar que se mantiene hasta hoy.

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La Primera Intifada en 1987 marcó un punto de inflexión, con miles de palestinos enfrentando al ejército israelí con piedras en escenas que recorrieron el mundo. De esa revuelta nació Hamas, que con el tiempo se convirtió en el principal rival político y militar de la Autoridad Nacional Palestina.

Los Acuerdos de Oslo de 1993 generaron esperanza al prometer autonomía palestina y una solución definitiva en cinco años. Sin embargo, la expansión de los asentamientos israelíes saboteó el proceso. Hoy en Cisjordania y Jerusalén Este viven más de 700,000 colonos, cifra que hace casi imposible la solución de dos estados.

Cada una de estas etapas dejó un rastro de violencia, ocupación y frustración, acumulando heridas colectivas que alimentan la desconfianza mutua y complican cualquier intento de reconciliación.

Gaza y los asentamientos: un territorio asfixiado

Conocida como “la prisión a cielo abierto”, Gaza ha estado bajo bloqueo israelí desde 2007. Israel controla las fronteras, el mar y el espacio aéreo, restringiendo el acceso a bienes básicos como medicinas, materiales de construcción y combustible. Esto ha destruido la economía local y generado un desempleo juvenil superior al 70 %.

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En paralelo, Cisjordania se ha fragmentado con carreteras exclusivas para colonos, confiscaciones de tierras y controles militares permanentes. La expansión de los asentamientos, protegidos y financiados por el Estado israelí, ha convertido a los palestinos en una población atrapada entre muros y permisos imposibles.

Ambas realidades, el bloqueo de Gaza y la colonización de Cisjordania, han consolidado un sistema que organismos internacionales califican como apartheid, donde los derechos están determinados por la identidad étnica y la nacionalidad.

Jerusalén y el derecho internacional ignorado

Jerusalén, ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos, se ha convertido en el corazón del conflicto. Desde 1967, Israel ha impulsado un proceso de judaización de Jerusalén Este mediante desalojos, demoliciones y construcción de barrios exclusivamente judíos. Actualmente más de 220,000 colonos viven en áreas palestinas de la ciudad.

Las resoluciones de la ONU que ordenan detener la ocupación y los asentamientos han sido ignoradas sistemáticamente. Estados Unidos ha vetado más de 40 intentos de sancionar a Israel en el Consejo de Seguridad, dejando sin efecto el derecho internacional. Esta brecha entre normas y hechos ha profundizado la desconfianza palestina hacia las instituciones globales.

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Mientras tanto, familias palestinas en barrios como Sheikh Jarrah y Silwan siguen siendo desalojadas, generando escenas que se repiten década tras década sin solución aparente.

Ciclos de violencia y divisiones políticas

El conflicto ha entrado en una dinámica repetitiva: un incidente en Jerusalén, Gaza o Cisjordania desata la escalada; Israel responde con fuerza militar masiva; los palestinos contraatacan con cohetes o ataques puntuales; la comunidad internacional presiona por un alto el fuego que solo devuelve el frágil statu quo. Este patrón se ha repetido durante décadas sin atacar las raíces del problema.

A esta lógica de violencia cíclica se suma la fragmentación política. Israel sostiene que no tiene un socio válido para negociar, mientras la Autoridad Nacional Palestina ha perdido legitimidad y Hamas controla Gaza de forma aislada. La falta de unidad palestina y el endurecimiento del gobierno israelí bloquean cualquier intento de diálogo real.

La consecuencia es un vacío político que impide soluciones estructurales. Cada año que pasa aumenta la radicalización de ambos pueblos, y las nuevas generaciones han crecido con la certeza de que el conflicto es una realidad inevitable.

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En este contexto, la paz se percibe como un horizonte lejano, difícil de alcanzar en medio de la desconfianza y el miedo mutuo.

Escenarios futuros: entre el statu quo y la guerra regional

Los analistas consideran que la continuidad del statu quo es el escenario más probable. Israel seguiría consolidando asentamientos en Cisjordania, mientras Gaza permanecería bajo bloqueo y sometida a operaciones militares periódicas. Esta opción garantiza estabilidad para Israel en el corto plazo, pero condena a millones de palestinos a la precariedad permanente.

Un segundo escenario, cada vez más difícil, es la solución de dos estados con un Estado palestino soberano en las fronteras de 1967 y Jerusalén Este como capital. Sin embargo, la presencia de cientos de miles de colonos hace que esta opción sea más un ideal que una posibilidad real.

Otros proponen un solo Estado binacional donde judíos y palestinos tengan los mismos derechos, pero esta opción implicaría renunciar al carácter judío de Israel, algo políticamente inviable hoy. En paralelo, crece la preocupación de que se consolide un sistema de apartheid formalizado, donde la anexión de Cisjordania quede legitimada sin ofrecer igualdad de derechos.

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El riesgo más grave es la expansión del conflicto hacia un enfrentamiento regional. Un choque directo entre Israel e Irán podría arrastrar a potencias globales y desestabilizar por completo Oriente Medio. El tiempo corre y cada nuevo asentamiento, cada bombardeo y cada muerte reduce los márgenes para una salida pacífica.

❓ Preguntas frecuentes

El conflicto se origina en 1917 con la Declaración Balfour y se agrava con la partición de la ONU en 1947 y la Nakba de 1948.

Jerusalén es ciudad sagrada para judíos, musulmanes y cristianos, y su control político sigue siendo uno de los mayores puntos de fricción.

Desde 2007 vive bajo bloqueo israelí, con control de fronteras, aire y mar, lo que limita la vida diaria y destruye la economía local.

La solución de dos estados pierde viabilidad por la expansión de asentamientos; otras opciones son un solo Estado o un apartheid formalizado.

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