Sumatra: el tsunami que nació de un sismo de 9,1, mató a 230.000 personas y reescribió la historia de Asia y el mundo
Hace dos décadas, un terremoto submarino generó un megatsunami que mató a 230.000 personas y alteró para siempre el paisaje humano y geográfico del sudeste asiático
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
3 min lectura
El 26 de diciembre de 2004 el mundo fue testigo de una de las mayores catástrofes naturales registradas en tiempos modernos. A las 7:58 de la mañana, hora local, un terremoto de magnitud 9,1 sacudió el lecho marino frente a la costa occidental de Sumatra, en Indonesia. Lo que siguió fue un megatsunami que arrasó catorce países, dejó un saldo estimado de 230.000 muertos y más de 1,6 millones de desplazados. Dos décadas después, la memoria de esa tragedia sigue viva, no solo en quienes la vivieron, sino también en las profundas transformaciones que dejó en toda la región.
Las olas, algunas de más de 30 metros de altura, se propagaron a velocidades de hasta 1.000 kilómetros por hora, golpeando en cuestión de horas desde las costas de Indonesia hasta las playas de Somalia. En su epicentro, la provincia de Aceh, en el norte de Sumatra, fue literalmente borrada del mapa. Allí murieron unas 167.000 personas, y cada familia perdió al menos a un ser querido. Banda Aceh, su capital, quedó sepultada bajo los escombros y el lodo, y durante semanas el mar devolvía cuerpos a sus calles.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el terremoto liberó una energía equivalente a 23.000 bombas atómicas como la arrojada sobre Nagasaki en 1945. En los tres meses posteriores se registraron más de 500 réplicas sísmicas, algunas de ellas superiores a magnitud 8. El evento fue tan poderoso que incluso acortó la duración del día terrestre en una fracción de segundo.
El tsunami golpeó también a Sri Lanka (al menos 35.000 muertos), India (más de 16.000), Tailandia (8.200 fallecidos, incluyendo casi 2.000 turistas), y Maldivas, Malasia, Birmania, Bangladés y Somalia, que también sufrieron los embates del mar. En total, 14 países fueron afectados. La costa del océano Índico quedó marcada por la devastación y la pérdida.
El impacto económico fue colosal. Según el Banco Mundial, los daños materiales superaron los 14.000 millones de dólares. Solo en Aceh, más de 1.400 escuelas quedaron destruidas y unos 150.000 estudiantes interrumpieron su educación. La respuesta internacional fue inmediata: 13.500 millones de dólares fueron donados, una cifra cien veces superior a la recaudación del concierto Live Aid de 1985.
Dos décadas después, Aceh ha sido reconstruida, aunque las heridas aún son visibles. El Museo del Tsunami, inaugurado en 2009, y una planta de energía flotante arrastrada 6 km tierra adentro, funcionan hoy como sitios de memoria. El turismo conmemorativo creció, al igual que las estructuras urbanas, pero el recuerdo permanece. Como dijo un sobreviviente: “el mar cambió nuestras vidas para siempre”.
La comunidad científica denominó al evento terremoto de Sumatra-Andamán. Desde entonces, se instalaron sistemas de alerta temprana en todo el océano Índico, lo que no existía en 2004. A pesar de ello, el planeta ha registrado 40 megatsunamis en los últimos 350 años. La amenaza persiste. La lección sigue vigente: la prevención es la única defensa ante la furia del océano.
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