Los océanos absorben tanto CO2 que se están volviendo peligrosamente ácidos
La acidificación oceánica avanza a un ritmo sin precedentes, amenaza a corales y pesquerías y ya es considerada un límite planetario crítico
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
5 min lectura
Los océanos han actuado durante siglos como un amortiguador invisible del cambio climático. Absorben cerca del 30% del dióxido de carbono que emitimos cada año, evitando que la concentración en la atmósfera sea aún mayor. Pero esa función de “esponja” está generando un costo inesperado y devastador, la acidificación de las aguas marinas.
El fenómeno, bautizado por los científicos como “el otro problema del CO2”, altera la química básica del mar y representa una amenaza silenciosa que avanza sin freno. Un estudio internacional publicado en 2025 confirmó que el océano cruzó en 2020 un límite planetario crítico, situando a la acidificación en la lista de crisis existenciales que ponen en riesgo la estabilidad del sistema terrestre.
Qué es la acidificación y por qué ocurre
Cuando el CO2 se disuelve en agua, forma ácido carbónico. Este compuesto libera iones de hidrógeno que reducen el pH del agua marina, haciéndola más ácida. El cambio puede parecer mínimo en los números, pero sus consecuencias son profundas.
Antes de la Revolución Industrial, el pH medio de los océanos era de 8,2. Hoy ha caído a 8,1. Una décima puede sonar insignificante, pero representa un aumento del 30% en la acidez. Si las emisiones continúan, los modelos del IPCC prevén descensos hasta 7,8 o 7,7 a finales de este siglo, un nivel que no se ha visto en 300 millones de años.
Un cambio más rápido que en toda la historia geológica reciente
Lo que alarma a los científicos no es solo la magnitud, sino la velocidad. El proceso actual avanza al menos 100 veces más rápido que cualquier cambio químico registrado en cientos de miles de años. La vida marina, que evolucionó lentamente bajo condiciones estables, se enfrenta ahora a un desafío para el que no tiene tiempo de adaptarse.
Los arrecifes de coral son la primera línea de impacto. Desde 1990, la Gran Barrera de Coral de Australia ha perdido un 14% de su capacidad de calcificación. Casi la mitad de las especies de coral constructoras de arrecifes están en riesgo de extinción si la acidificación se combina con el calentamiento global.
No solo los corales están en peligro. Moluscos, crustáceos y organismos microscópicos como los cocolitóforos, que forman la base de la cadena alimentaria marina, dependen del carbonato de calcio para construir conchas y esqueletos. A medida que la acidez aumenta, ese recurso se vuelve más escaso, debilitando estructuras y poniendo en riesgo ecosistemas enteros.
Impacto en las cadenas alimentarias y la economía global
El daño trasciende lo ecológico. La industria pesquera mundial, que sostiene a millones de familias y proporciona proteína esencial a 3.000 millones de personas, ya percibe pérdidas. En el noroeste del Pacífico estadounidense, granjas de ostras han visto disminuir drásticamente la supervivencia de sus larvas debido al agua más ácida.
Las proyecciones apuntan a pérdidas anuales de cientos de millones de dólares solo en el sector del marisco para finales de siglo. Comunidades costeras de bajos ingresos e islas pequeñas, altamente dependientes de la pesca artesanal, figuran entre las más vulnerables.
El turismo también está en riesgo. Los arrecifes de coral, que atraen a millones de visitantes cada año y generan miles de millones en ingresos, podrían desaparecer en gran parte, arrastrando consigo empleos, protección costera y biodiversidad.
Un riesgo para la salud humana
La acidificación no se limita al mar. Puede intensificar la presencia de metales pesados como el mercurio en peces y mariscos, aumentando la exposición humana a contaminantes. También se asocia con floraciones de algas tóxicas más frecuentes y con una reducción del valor nutricional de productos marinos básicos como el pescado.
Qué soluciones existen y por qué urge actuar
La única solución real es reducir drásticamente las emisiones globales de CO2. Los científicos estiman que para revertir la acidificación se necesitaría recortar hasta un 90% las emisiones antes de 2050, una meta que exige una transición acelerada hacia energías limpias.
Mientras tanto, medidas locales como proteger manglares, praderas marinas y arrecifes, o limitar la contaminación por nutrientes, pueden ofrecer refugios temporales a especies vulnerables. Pero sin cambios globales, estas acciones serán apenas un paliativo.
Los expertos advierten que la ventana de oportunidad se cierra rápidamente. Cada año de inacción acerca más el riesgo de cambios irreversibles en el 70% del planeta cubierto por agua. El océano, que nos ha dado oxígeno, alimento y clima estable durante milenios, empieza a mostrar señales de agotamiento. La pregunta es si actuaremos a tiempo.
Fuentes utilizadas en la investigación:
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