Reino Unido, al borde del colapso: deuda récord, desempleo y crisis política sacuden al gobierno de Starmer
En 2025, el Reino Unido enfrenta su momento más frágil en décadas, deuda en máximos, desempleo en alza y un gobierno laborista debilitado por el desgaste político y social
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Las señales de agotamiento se multiplican en el Reino Unido. Los mercados desconfían, el desempleo crece y el Gobierno de Keir Starmer lidia con una pérdida acelerada de apoyo. Lo que comenzó como una corrección económica tras el Brexit y la pandemia se ha convertido en un círculo vicioso de deuda, inflación y malestar político.
En un país acostumbrado a los giros históricos, 2025 marca un punto crítico. Los rendimientos de los bonos a 30 años superan niveles no vistos desde 1998, la inflación repunta por encima del 4% y la libra se hunde frente al dólar. El optimismo de la victoria laborista de 2024 se desmorona ante la crudeza de la realidad fiscal.
Las promesas de estabilidad se han diluido. Los británicos asisten a un escenario que combina los peores síntomas de la década de los setenta con una política que parece incapaz de ofrecer salidas claras.
La economía británica al límite
El rendimiento de los bonos a largo plazo, los llamados “gilts”, superó el 5,7%, un nivel que no se veía desde hace más de un cuarto de siglo. Pese a cinco recortes consecutivos de tasas del Banco de Inglaterra, los inversores siguen exigiendo mayores rendimientos, reflejo de una confianza deteriorada en la solvencia del Estado británico.
El gasto público ha escalado al 60% del PIB, mientras los ingresos fiscales se estancan por debajo del 40%. Este desajuste proyecta un déficit prolongado y una deuda que, según estimaciones oficiales, podría alcanzar el 274% del PIB en 2073. La inflación, que volvió a subir hasta el 3,8% en julio, ha frenado cualquier posibilidad de recuperación sólida.
Para los hogares, la situación se traduce en hipotecas más caras, energía más costosa y salarios que pierden poder adquisitivo. El consumo se enfría y el crecimiento económico se debilita, el PIB cayó un 0,3% en el segundo trimestre, consolidando el temor a una recesión prolongada.
El fenómeno británico no está aislado. Francia, Japón y Estados Unidos enfrentan tensiones similares, pero el Reino Unido combina un déficit estructural con el impacto persistente del Brexit, que sigue restando competitividad y atrayendo menos inversión extranjera.
“El mercado ya no cree que Londres tenga el control de su destino fiscal”, resumió un analista de The Kobeissi Letter. El Reino Unido parece atrapado entre el riesgo de la estanflación y el costo político de seguir endeudándose.
El coste social del deterioro
El desempleo alcanzó el 4,6%, su nivel más alto desde 2021. Los salarios, ajustados por inflación, caen por primera vez en dos años y las vacantes han disminuido durante 35 trimestres consecutivos. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, hay menos trabajadores en nómina que antes de las últimas elecciones.
La ministra de Empleo, Alison McGovern, ha intentado suavizar el golpe recordando que hay medio millón de personas más empleadas que en 2024. Pero las cifras esconden una precarización profunda, contratos temporales, pérdida de horas laborales y una sensación de estancamiento que atraviesa todos los sectores.
En las calles, la fatiga se nota. Los británicos enfrentan facturas más altas, transporte más caro y servicios públicos sobrecargados. El malestar económico ha pasado a ser un sentimiento político permanente.
Starmer y el desafío de gobernar entre ruinas
Keir Starmer enfrenta el momento más frágil de su mandato. La dimisión de Angela Rayner, su vice primera ministra y una de las figuras más populares del laborismo, dejó al descubierto un gabinete fracturado. Los cambios de ministros no lograron revertir la percepción de descoordinación en Downing Street.
El ascenso de Nigel Farage y su partido Reform añade presión a un gobierno que se prometía pragmático y ha terminado a la defensiva. Con el 70% de los ciudadanos expresando una opinión negativa del Ejecutivo, Starmer busca sostener su liderazgo en medio del desgaste y la pérdida de confianza.
Mientras tanto, el país se hunde en el mismo dilema que definió la década pasada, una economía débil, servicios públicos colapsados y un electorado dividido entre el cansancio y el resentimiento. El sueño de una recuperación pos-Brexit parece más lejano que nunca.
El Reino Unido sigue siendo una de las democracias más estables del mundo, pero su desgaste interno es evidente. Entre deuda, desigualdad y una política agotada, el país navega sin rumbo claro hacia 2026.
❓ Preguntas frecuentes
Porque el gasto público supera el 60% del PIB y los bonos a 30 años alcanzaron rendimientos récord, reflejando desconfianza inversora.
Aumento del desempleo, caída del poder adquisitivo y mayor presión sobre servicios públicos.
Mantener la cohesión del gobierno, recuperar la confianza ciudadana y frenar el avance del populismo.
Una combinación de recesión prolongada, inflación persistente y pérdida de estabilidad política.
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