Turberas ocultas en la cuenca del Congo almacenan 30 mil millones de toneladas de carbono
Científicos confirman que las turberas del Congo guardan más de 30 mil millones de toneladas de carbono, un depósito clave en la lucha contra el cambio climático
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
3 min lectura
La cuenca del Congo, hogar de la segunda selva tropical más grande del planeta, se ha convertido en el centro de atención científica tras el hallazgo de uno de los mayores depósitos de carbono del mundo. En sus profundos suelos pantanosos, conocidos como turberas, se almacena una cantidad equivalente a tres años de emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Este descubrimiento, publicado en la revista Nature, demuestra que las turberas del Congo cubren más de 145.000 kilómetros cuadrados y contienen aproximadamente 30.000 millones de toneladas de carbono. Su conservación es vital, ya que si fueran drenadas o destruidas liberarían de golpe a la atmósfera una cantidad de dióxido de carbono capaz de acelerar la crisis climática.
Las turberas se forman en suelos húmedos donde la descomposición de la materia vegetal es lenta y parcial. En lugar de liberar carbono al morir, las plantas quedan atrapadas en capas de materia orgánica bajo el agua, acumulando depósitos que pueden tardar miles de años en formarse.
Este ecosistema no solo regula el clima global, también es refugio de una biodiversidad única. Elefantes de bosque, gorilas y miles de especies endémicas conviven en un hábitat que depende del delicado equilibrio entre agua, vegetación y comunidades locales.
Amenazas crecientes sobre el corazón verde de África
La presión sobre la cuenca del Congo crece debido a la tala ilegal, la expansión agrícola y la extracción de recursos naturales. Informes de Greenpeace y Global Witness han denunciado que cerca de la mitad de las concesiones madereras en la República Democrática del Congo son ilegales.
Además, existe el riesgo de que políticas nacionales flexibilicen las moratorias vigentes y autoricen nuevas explotaciones en áreas protegidas. Esto supondría un riesgo directo para millones de hectáreas de turberas aún intactas, poniendo en peligro tanto la biodiversidad como el almacenamiento de carbono.
El desafío es enorme: equilibrar las necesidades de desarrollo económico en países con altos niveles de pobreza con la responsabilidad de proteger un ecosistema vital para la estabilidad climática del planeta.
Un papel decisivo en la lucha contra el cambio climático
Los científicos subrayan que preservar las turberas del Congo es una de las medidas más efectivas y rentables para mitigar el cambio climático. Mantener intacto este depósito natural es tan importante como reducir las emisiones de combustibles fósiles.
La cuenca del Congo ya captura alrededor de 1.500 millones de toneladas de dióxido de carbono al año gracias a sus bosques intactos. Sumado al almacenamiento de sus turberas, este bioma se convierte en un actor clave en la regulación del clima mundial.
Organismos internacionales como el Foro Económico Mundial y la Unión Europea han puesto en marcha programas de cooperación que combinan conservación con desarrollo sostenible. El objetivo es ofrecer alternativas económicas a las comunidades locales, evitando que la necesidad de ingresos conduzca a la destrucción del bosque.
Si las turberas permanecen intactas, su papel como sumidero natural de carbono será una barrera frente al calentamiento global. En cambio, su degradación aceleraría los efectos de la crisis climática en todo el planeta.
Preguntas frecuentes
Son suelos pantanosos formados por materia orgánica en descomposición parcial. Al estar inundados, almacenan carbono durante miles de años en lugar de liberarlo a la atmósfera.
Según estudios recientes, contienen más de 30.000 millones de toneladas de carbono, el equivalente a tres años de emisiones globales por combustibles fósiles.
Funcionan como un sumidero natural que atrapa carbono. Si se destruyen, liberarían enormes cantidades de CO2, acelerando el cambio climático.
Las principales son la tala ilegal, la expansión agrícola, la extracción de recursos y la posible flexibilización de leyes que protegen al bosque.
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