Un estudio reciente, publicado en la revista científica china Geological Review, ha desclasificado información sobre 233 nuevas reservas de torio distribuidas a lo largo del territorio chino. Según los investigadores del Servicio Geológico Nacional, los depósitos están ubicados en cinco cinturones geológicos, principalmente en zonas previamente explotadas para la minería de hierro, como el complejo de Bayan Obo, en Mongolia Interior. Las estimaciones preliminares indican que estas reservas podrían asegurar el suministro energético de China durante más de 60.000 años.
El torio, un elemento metálico blanco plateado y ligeramente radiactivo, se encuentra de forma natural en minerales como la monacita y otros compuestos arcillosos. Es al menos tres veces más abundante que el uranio en la corteza terrestre, y puede convertirse en uranio-233, un material fisible altamente eficiente, mediante la absorción de un neutrón. Esta característica hace del torio una alternativa energética atractiva: más abundante, más limpia y potencialmente más segura para la producción de electricidad mediante fisión nuclear controlada.
La investigación identificó que buena parte del torio se encuentra en materiales de desecho generados por antiguas explotaciones mineras. Solo en Bayan Obo, una de las mayores fuentes de elementos de tierras raras del mundo, podrían existir más de un millón de toneladas de torio. Según los expertos, tan solo cinco años de residuos mineros en ese complejo bastarían para abastecer las necesidades energéticas de Estados Unidos por más de 1.000 años. Aunque las cifras aún requieren validación, el potencial es descomunal.

En respuesta a este hallazgo, China ha acelerado su estrategia de diversificación energética. En 2023, inició la construcción del primer reactor de sales fundidas de torio (TMSR) del mundo en el desierto de Gobi. El proyecto, que busca estar operativo en 2029 con una capacidad de 10 megavatios, se basa en un prototipo experimental de 2 MW ya funcional desde 2021. Este tipo de reactor permite una alta eficiencia, bajas emisiones y un riesgo reducido de accidente, gracias a su tecnología líquida y su sistema de contención en caso de emergencia.
El reactor TMSR utilizará una mezcla de torio y uranio enriquecido a menos del 20 %, disuelto en sales de litio y fluoruro calentadas a 1.400 °C. Aunque el torio no es fisible por sí mismo, al convertirse en uranio-233 permite sostener una reacción en cadena. El diseño evita el uso de agua como refrigerante, disminuye la producción de residuos radiactivos de larga duración y ofrece una vía alternativa ante la creciente presión sobre el suministro de uranio a nivel global.
La identificación de estas 233 reservas de torio representa un punto de inflexión. No solo refuerza la soberanía energética de China, sino que impulsa su liderazgo en tecnologías nucleares avanzadas. A medida que el país busca reducir su dependencia del carbón, el torio emerge como un elemento estratégico central. Para 2030, Beijing planea construir al menos 24 nuevas plantas nucleares, varias de ellas con tecnologías experimentales como los reactores de sal fundida, marcando una posible revolución energética mundial.
Sin embargo, el desarrollo de energía a partir del torio aún enfrenta desafíos importantes. La tecnología de procesamiento, la infraestructura de refinado y la inversión en ingeniería nuclear avanzada siguen siendo barreras. Además, la comunidad internacional todavía se debate sobre la estandarización y seguridad de estos sistemas. Pese a todo, el enfoque chino podría acelerar la adopción global de combustibles alternativos y abrir una nueva era de energía nuclear más limpia, abundante y políticamente independiente.