Por qué siguen produciéndose terremotos en zonas consideradas tectónicamente estables
Investigadores descubren que las fallas inactivas pueden acumular tensión durante millones de años y liberar energía en un solo evento sísmico
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
3 min lectura
Los terremotos no son exclusivos de los límites de placas tectónicas. También pueden sacudir zonas consideradas “tranquilas” por los geólogos, como el norte de Europa o partes del centro de Estados Unidos. Un nuevo estudio de la Universidad de Utrecht revela que incluso en regiones tectónicamente estables, el subsuelo puede esconder tensiones acumuladas durante millones de años.
El hallazgo ayuda a entender por qué se producen temblores en lugares como Utah, el noreste de Francia o la provincia holandesa de Groningen, donde no deberían registrarse movimientos sísmicos significativos. En estas zonas, los sismos suelen ocurrir a poca profundidad, lo que incrementa su peligrosidad, ya que la infraestructura no está diseñada para resistirlos.
Los investigadores descubrieron que las fallas inactivas aquellas que no se han movido en millones de años pueden “curarse” lentamente. Este proceso fortalece sus bordes, pero también acumula energía que, al liberarse, provoca un terremoto único e inesperado.
Una sola sacudida puede liberar millones de años de tensión en el subsuelo
El estudio, publicado en la revista Nature Communications, demuestra que el fenómeno se debe a un aumento gradual de la fricción interna en las fallas dormidas. Con el tiempo, la superficie de contacto entre las rocas se vuelve más resistente. Cuando esa resistencia se rompe, la energía liberada desencadena un temblor que puede sentirse en la superficie.
Según la doctora Ylona van Dinther, autora principal del trabajo, esta acumulación de tensión es el resultado de un proceso geológico muy lento. “Aunque el subsuelo parezca estable, sus estructuras nunca están completamente en reposo. La energía puede almacenarse durante millones de años y liberarse de repente”, explica.
Estos terremotos son diferentes de los provocados por los bordes de placas. Ocurren más cerca de la superficie y, por tanto, pueden causar daños mayores incluso con magnitudes moderadas. En algunos casos, su origen está relacionado con la actividad humana, como la extracción de gas o la inyección de fluidos en el subsuelo.
Los científicos subrayan que, aunque estos eventos pueden ser sorpresivos, suelen ser únicos. Una vez que la falla libera la energía acumulada, la zona tiende a estabilizarse y el riesgo de un nuevo terremoto en el mismo punto disminuye.
Implicaciones para la energía geotérmica y el almacenamiento subterráneo
El hallazgo tiene importantes consecuencias para el desarrollo de proyectos de energía geotérmica o almacenamiento subterráneo de CO₂, donde la seguridad depende del comportamiento del subsuelo. Si una falla aparentemente inactiva puede reactivarse, es fundamental evaluar con precisión su historia y nivel de curación antes de perforar o inyectar fluidos.
“Comprender cuándo y por qué una falla se vuelve inestable es esencial para aprovechar el subsuelo de forma sostenible”, señaló Van Dinther. “Nuestros modelos ayudan a estimar el riesgo real de sismicidad inducida y a diseñar medidas que reduzcan su impacto”.
El estudio abre una nueva línea de investigación sobre la dinámica de las fallas estables. También ofrece una explicación a los misteriosos temblores en regiones donde, según los libros de texto, no deberían existir. En geología, incluso el suelo más silencioso puede tener memoria de movimientos antiguos.
Preguntas frecuentes
Porque las fallas geológicas inactivas pueden acumular tensión durante millones de años y liberarla repentinamente en un solo evento sísmico.
Es cuando sus bordes se vuelven más fuertes con el tiempo, aumentando la fricción interna hasta que una ruptura libera la energía acumulada.
Sí, suelen ocurrir a poca profundidad, lo que amplifica los daños, especialmente en zonas donde las construcciones no están preparadas.
Revela que incluso fallas aparentemente seguras pueden reactivarse, por lo que es clave estudiar su historia antes de perforar o inyectar fluidos.
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