Rusia dejó entrever este lunes un posible giro en su postura bélica: el presidente Vladimir Putin anunció que considerará una propuesta ucraniana para detener durante un mes los ataques contra infraestructura civil. Aunque no implica un alto al fuego generalizado, el gesto abre una puerta a conversaciones más amplias.
Putin señaló que la idea de Kiev merece ser revisada con detalle y no descartó un canal de negociación directa. Su portavoz, Dmitry Peskov, confirmó que la oferta se enmarca en un contexto bilateral, dejando claro que Moscú aún ve margen para el diálogo con el gobierno de Zelensky.
El anuncio se produjo tras el fin de una breve tregua pascual declarada por el Kremlin. Según Putin, esa pausa buscaba medir la disposición real de Ucrania para negociar, aunque denunció más de 5.000 disparos durante el fin de semana, en su mayoría contra drones rusos.
El mandatario ruso también volvió a justificar los bombardeos sobre blancos no militares, alegando que muchos de esos lugares —universidades, granjas o restaurantes— son utilizados para fines estratégicos, como fabricación de misiles o refugio de combatientes.
En paralelo, lanzó nuevas acusaciones económicas contra Ucrania. Afirmó que la guerra responde al deseo de Kiev de recuperar territorios con fines extractivos, y acusó a su gobierno de transferir fondos ilícitos al extranjero con apoyo occidental.
Putin fue más allá aseguró que parte del armamento enviado por Europa y EE. UU. a Ucrania ya circula en el mercado negro, e incluso habría reaparecido en regiones como África o Medio Oriente. “Nada ha cambiado: siguen robando”, concluyó.