Un estudio revela que tratar los pozos abandonados con bioaceite agrícola podría capturar carbono a largo plazo
Investigadores de la Universidad Estatal de Iowa plantean usar bioaceite de residuos agrícolas para sellar pozos huérfanos y almacenar carbono de forma permanente
3 min lectura

En Estados Unidos existen cientos de miles de pozos petroleros y de gas abandonados que representan un riesgo ambiental y de seguridad. Una nueva investigación sugiere que estos agujeros, que antes sirvieron para extraer combustibles fósiles, podrían convertirse en depósitos permanentes de carbono gracias al uso de bioaceite elaborado a partir de restos de maíz y madera.
El estudio, realizado por la Universidad Estatal de Iowa en colaboración con socios industriales, propone inyectar este líquido rico en carbono en los pozos profundos, sellándolos de manera segura y al mismo tiempo devolviendo al subsuelo el carbono capturado previamente por las plantas durante su vida.
Los investigadores destacan que la propuesta responde a una doble necesidad, aprovechar residuos orgánicos que hoy en día se desaprovechan y, al mismo tiempo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma económica y eficiente.
La clave tecnológica está en la pirólisis rápida, un proceso que somete la biomasa a altas temperaturas en ausencia de oxígeno. En cuestión de segundos, los tallos de maíz o los restos de madera se transforman en bioaceite, biocarbón y gases aprovechables. El subproducto sólido puede usarse como enmienda agrícola y el gaseoso como combustible para sostener el mismo proceso.
El biocombustible resultante es un líquido denso y estable que puede almacenarse en pozos con profundidades de más de cuatro kilómetros. Según las estimaciones, llenar un pozo medio requeriría más de 860.000 litros, lo que lo convierte en un sumidero de carbono de gran capacidad.
El análisis económico revela que este método podría secuestrar carbono a un costo cercano a 152 dólares por tonelada, una cifra competitiva respecto a tecnologías como la captura directa de aire, pero con menor inversión inicial y beneficios adicionales en el ámbito agrícola y forestal.
Una red de 200 plantas móviles de pirólisis sería suficiente para escalar la propuesta. Estas unidades, del tamaño de una cosechadora, podrían desplazarse hasta los lugares donde se genera la biomasa, evitando costosos traslados de materia prima y generando nuevas oportunidades económicas en zonas rurales.
El estudio señala que los tratamientos con madera resultan más rentables, con costos de reducción estimados en apenas 100 dólares por tonelada. Además, los residuos agrícolas y forestales usados para producir bioaceite ofrecen un valor añadido, reducen el riesgo de incendios al limpiar los bosques.
Otro punto clave es que la iniciativa se complementa con programas federales que ya destinan miles de millones de dólares a sellar pozos huérfanos. En lugar de gastar únicamente en tapar con cemento, esta estrategia permitiría convertirlos en aliados contra el cambio climático.
Empresas como Charm Industrial ya exploran la viabilidad comercial de esta técnica y han cerrado acuerdos para usar bioaceite en proyectos de captura permanente. La validación académica de la Universidad Estatal de Iowa refuerza la credibilidad de este enfoque en el emergente mercado de créditos de carbono.
El trabajo concluye que el bioaceite no debe verse como una solución única, sino como una pieza más dentro del portafolio de tecnologías de captura de carbono. Su potencial de bajo costo, su capacidad de escalar y sus beneficios colaterales lo convierten en una opción atractiva para mitigar la crisis climática mientras se aprovechan recursos agrícolas y forestales infrautilizados.
❓ Preguntas frecuentes
El bioaceite es un líquido denso y rico en carbono que se obtiene mediante pirólisis rápida de restos agrícolas o forestales, un proceso que calienta la biomasa a altas temperaturas sin oxígeno.
Estos pozos ya existen, tienen gran capacidad y representan un riesgo ambiental si no se sellan. Inyectar bioaceite permite sellarlos y convertirlos en depósitos permanentes de carbono.
El estudio estima un costo de alrededor de 152 dólares por tonelada de CO₂, lo que lo hace competitivo frente a tecnologías como la captura directa de aire.
Además de reducir emisiones, genera valor económico en zonas rurales, aprovecha residuos agrícolas, disminuye el riesgo de incendios forestales y abre nuevos mercados de créditos de carbono.
Continúa informándote

El detector sPHENIX logra su primera gran prueba y se prepara para investigar cómo nació la materia tras el Big Bang
El detector sPHENIX supera una prueba de precisión y confirma que puede estudiar el plasma primordial de quarks y gluones con datos de alta calidad

Un análisis de ADN antiguo revela cómo la expansión eslava cambió la población y la cultura en Europa medieval
Un estudio genético de más de 550 individuos muestra cómo las migraciones eslavas transformaron la población y la cultura en Europa central y oriental

EE.UU. planea reinterpretar el tratado de misiles para permitir exportaciones de drones de ataque pesado
Washington busca facilitar la venta de drones militares avanzados como el MQ-9 Reaper a aliados estratégicos, eludiendo las restricciones del tratado de 1987

Una expedición científica estudia si el CO₂ puede almacenarse de forma permanente en rocas basálticas bajo el mar de Noruega
El buque MARIA S. MERIAN parte hacia la meseta de Vøring para analizar si el CO₂ puede transformarse en carbonato y quedar fijado en basaltos submarinos como método de almacenamiento climático

Francia ordena a sus hospitales prepararse para recibir hasta 50.000 soldados heridos antes de marzo de 2026
El Ministerio de Sanidad francés instruyó a los hospitales a diseñar planes de emergencia para acoger a miles de soldados heridos en caso de guerra europea, con fecha límite marzo de 2026