Las moléculas orgánicas más largas jamás identificadas en el planeta rojo acaban de ser detectadas por un equipo internacional liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia. Estas estructuras, compuestas por hasta 12 átomos de carbono consecutivos, fueron halladas en muestras extraídas por el rover Curiosity de la NASA, que desde 2012 explora el cráter Gale en Marte.
Según los investigadores, estas moléculas podrían tener una estructura semejante a los ácidos grasos que en la Tierra se producen por procesos biológicos. Aunque no se trata de una prueba directa de vida, su complejidad sugiere que en Marte se preservan compuestos químicos orgánicos con alto potencial astrobiológico. La investigación fue publicada en la revista PNAS.
Las muestras donde se hallaron estas cadenas de carbono provienen de un depósito de arcilla que se ha mantenido intacto durante aproximadamente 3700 millones de años. Esta etapa coincide con el período en el que se originó la vida en la Tierra, lo que da aún más valor a su conservación. La atmósfera delgada de Marte, su baja actividad geológica y su clima frío y seco han contribuido a preservar estos compuestos orgánicos por milenios.
El hallazgo fue posible gracias al instrumento SAM (Sample Analysis at Mars), un pequeño laboratorio químico instalado dentro del Curiosity. SAM cuenta con un cromatógrafo de gases y un espectrómetro de masas, capaces de identificar moléculas complejas en las muestras recogidas. Este instrumento fue desarrollado por un equipo franco-estadounidense y cofinanciado por el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES).
Los resultados fortalecen la idea de que Marte pudo albergar las condiciones químicas necesarias para el surgimiento de vida en el pasado, y abren la puerta a nuevas investigaciones. La misión ExoMars de la ESA, prevista para 2028, y la misión Mars Sample Return de la NASA y la ESA, planeada para la década de 2030, tendrán como objetivo ampliar el análisis de estas señales orgánicas.
Además, los equipos científicos que participaron en este descubrimiento ya trabajan en una versión avanzada del instrumento SAM para integrarlo en Dragonfly, el dron de la NASA que explorará Titán, la luna de Saturno, a partir de 2034. Allí también esperan detectar compuestos complejos en ambientes extremos.
Este hallazgo no solo representa un avance en el conocimiento de la química marciana, sino que refuerza la hipótesis de que los ingredientes para la vida podrían encontrarse en distintos cuerpos del Sistema Solar, esperando ser interpretados con las herramientas adecuadas.