Entre likes y riesgos reales los desafíos virales dominan a una generación

Entre la búsqueda de likes y los límites del sentido común, los retos virales plantean una nueva forma de presión social que afecta a toda una generación

Entre la búsqueda de likes y los límites del sentido común, los retos virales plantean una nueva forma de presión social que afecta a toda una generación

3 min lectura

Tres adolescentes sorprendidos mirando un celular con el logo de TikTok, rodeados de íconos de corazones

Una joven se graba bailando en la cocina. Un chico imita una escena absurda en plena vía pública. Otro se lanza a beber vinagre en cámara. Ninguna de estas acciones tiene sentido fuera del contexto digital, pero en TikTok o Instagram son moneda corriente. Los retos virales han tomado por asalto el comportamiento juvenil, y aunque muchos parezcan inofensivos, su proliferación plantea preguntas urgentes sobre salud mental, identidad digital y responsabilidad social.

En su forma más benigna, los desafíos virales son expresiones de creatividad colectiva. Bailes coreografiados, transformaciones estéticas, sincronizaciones cómicas: todo esto puede reforzar vínculos y detonar fenómenos culturales fascinantes. Sin embargo, el problema empieza cuando el "trend" exige arriesgar la salud, la dignidad o incluso la integridad física solo para conseguir atención. Retos como el "Blackout Challenge", que incita a provocar desmayos por asfixia temporal, o el "Benadryl Challenge", que promueve la automedicación, no son anécdotas: han causado hospitalizaciones y muertes.

La raíz del fenómeno está en la economía de la atención. Las plataformas digitales premian la visibilidad, y en un entorno saturado de contenido, lo más extremo suele ser lo más viral. Los jóvenes, aún en proceso de formación psicológica, no están equipados para resistir esa presión. La búsqueda de likes, comentarios y seguidores opera como un incentivo tan fuerte como cualquier recompensa tangible. ¿Quién no quiere ser visto? ¿Quién quiere quedarse afuera del "trend" que todos comentan?

El problema se agrava cuando las consecuencias no son inmediatas. Un adolescente que rompe una ventana para imitar un reto no recibe una sanción de TikTok, sino una ovación de sus pares digitales. Los costos se pagan fuera de cámara: en la escuela, en casa, en el cuerpo. Y la culpa, como suele ocurrir en entornos desregulados, se diluye entre el algoritmo, la audiencia y la falta de supervisión adulta.

Las redes sociales no son el enemigo. Tampoco lo son los jóvenes. Lo que falla es el ecosistema educativo que no enseña a identificar manipulación, presión de grupo o búsqueda compulsiva de validación. Hace falta una alfabetización digital que no se limite a saber usar una app, sino que incluya pensamiento crítico, gestión emocional y sentido de comunidad. Decir “no” a un reto viral debería ser tan válido como sumarse a uno.

Algunas plataformas han empezado a tomar medidas. TikTok eliminó decenas de videos con riesgos para la salud, e Instagram ha restringido la visibilidad de ciertos hashtags. Pero estas acciones llegan después del daño, no antes. Lo que se necesita es una cultura digital en la que los propios usuarios rechacen lo que los expone, y valoren lo que los conecta de forma sana y creativa.

No todos los retos virales son peligrosos. Algunos son artísticos, otros solidarios. Lo viral no es sinónimo de malo. Pero la línea entre juego y daño es cada vez más delgada, y la velocidad con la que circula el contenido no deja margen para el pensamiento reflexivo. Si queremos evitar que la próxima moda viral sea también la próxima tragedia, tenemos que dejar de celebrar todo lo que llama la atención y empezar a preguntarnos qué tipo de atención queremos fomentar.

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Preguntas frecuentes

💬 Son desafíos grabados y compartidos en plataformas como TikTok que se popularizan rápidamente.
💬 Porque incitan a conductas riesgosas como automedicación, golpes o asfixia por likes.
💬 La necesidad de aceptación social y la búsqueda de visibilidad digital.
💬 Promover educación digital, vigilancia parental y plataformas más responsables.

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