Taiwán rompe récords de consumo de gas y frena su transición hacia la energía limpia
Mientras gran parte de Asia avanza en energías renovables, Taiwán mantiene una fuerte dependencia del gas natural para generar electricidad y cubrir su demanda interna
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
4 min lectura
Taiwán está viviendo un momento energético contradictorio. Mientras muchos países asiáticos avanzan hacia fuentes limpias, la isla ha batido récords de consumo de gas natural, reforzando su dependencia de los combustibles fósiles. En 2025, casi nueve de cada diez megavatios generados proceden del gas o del carbón, una cifra que coloca a Taiwán en el extremo opuesto de la transición verde regional.
El gobierno ha defendido esta estrategia como una medida temporal. Tras el cierre definitivo de su última central nuclear, la prioridad ha sido garantizar el suministro eléctrico y evitar apagones en una economía industrial y tecnológica que no puede permitirse interrupciones. Pero ese “puente energético” basado en gas natural se ha convertido en un camino cada vez más largo.
El aumento del consumo también se explica por la geografía. Taiwán es una isla montañosa, densamente poblada, y con poco espacio para parques eólicos o solares de gran escala. Por eso, la apuesta renovable se ha concentrado en tejados, zonas urbanas y proyectos marinos, cuyo despliegue es costoso y lento.
Un archipiélago dependiente del exterior
Más del 90% de la energía que utiliza el país es importada. Desde el petróleo hasta el gas licuado (GNL), Taiwán depende de rutas marítimas seguras y contratos internacionales para mantener encendida su red eléctrica. Esa vulnerabilidad estratégica, unida a las tensiones en el Pacífico, explica la cautela del gobierno a la hora de abandonar el gas.
Solo entre enero y agosto, las centrales térmicas de gas produjeron casi la mitad de la electricidad nacional, un 12% más que el año anterior. Las importaciones de GNL, además, alcanzaron un récord de 18 millones de toneladas métricas, superando a la mayoría de los grandes compradores asiáticos. Una apuesta fuerte que confirma que el gas sigue siendo el eje de su matriz energética.
El cierre de plantas de carbón ha mejorado la calidad del aire, pero también ha obligado a reforzar las centrales de gas para cubrir la demanda. En la práctica, el país ha cambiado un tipo de dependencia fósil por otra.
El gas se ha convertido en el combustible del equilibrio: contamina menos que el carbón y evita los riesgos asociados a la energía nuclear, pero mantiene la huella de carbono elevada y perpetúa las importaciones. La “transición limpia” avanza, aunque a un ritmo mucho más lento del previsto.
Transición desigual y dilema político
La proporción de energía renovable ronda el 15% de la generación total, impulsada sobre todo por nuevos parques eólicos marinos y sistemas solares urbanos. Las previsiones oficiales hablan de duplicar esa cuota antes de 2030, aunque el propio sector reconoce que las limitaciones geográficas y los costes siguen siendo los grandes obstáculos.
Para el Ejecutivo, la prioridad es la seguridad energética. Un apagón en pleno verano, cuando el aire acondicionado dispara el consumo, podría tener consecuencias económicas y sociales graves. Por eso, el gas natural se mantiene como “columna de estabilidad” mientras el país desarrolla su infraestructura renovable.
No obstante, la sociedad civil empieza a presionar por un cambio de rumbo más decidido. Los grupos ambientalistas exigen políticas más ambiciosas y una mayor inversión en tecnología de almacenamiento eléctrico, que permita aprovechar mejor la energía solar y eólica disponible.
En los próximos años, el dilema seguirá siendo el mismo: priorizar la estabilidad energética o acelerar la descarbonización. Taiwán tiene la capacidad técnica para avanzar, pero su geografía y su dependencia del gas marcan los límites de su transición. Por ahora, el horizonte verde aún parece más una meta que una realidad.
Preguntas frecuentes
Porque carece de recursos energéticos propios y ha cerrado sus plantas nucleares, recurriendo al gas para garantizar el suministro eléctrico.
Cerca del 87% de su generación eléctrica proviene de combustibles fósiles, una proporción muy superior a la media asiática y mundial.
La falta de espacio para proyectos renovables, el alto consumo industrial y la necesidad de estabilidad en la red eléctrica.
Aportan alrededor del 15% de la electricidad, principalmente gracias a la energía eólica marina y a la instalación de paneles solares urbanos.
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