Un equipo de científicos ha descubierto un gigantesco acuífero enterrado bajo las cascadas de Oregón, estimado en al menos 81 kilómetros cúbicos de agua. Este hallazgo es casi tres veces la capacidad máxima del Lago Mead, uno de los embalses más grandes de Estados Unidos, y tiene importantes implicaciones para la gestión del agua en el oeste del país.
Según la investigación liderada por la Universidad de Oregón, este acuífero podría representar el mayor de su tipo en el mundo. Almacenado en las rocas volcánicas de las cascadas centrales, actúa como una "gran torre de agua" que alimenta ríos como el McKenzie, una fuente clave de agua potable para comunidades locales.
Además de su relevancia hídrica, el descubrimiento podría cambiar la manera en que se entienden los peligros volcánicos en la región. Grandes cantidades de agua interactuando con magma pueden aumentar el riesgo de erupciones explosivas, generando cenizas y gases en lugar de flujos de lava más lentos.
El acuífero, recargado principalmente por nieve, enfrenta desafíos a medida que el cambio climático reduce la capa de nieve en las montañas. Este cambio podría afectar la sostenibilidad del recurso a largo plazo, advirtieron los investigadores, quienes instan a una gestión cuidadosa para preservar su longevidad.