Un hallazgo arqueológico sin precedentes en el cementerio romano de Driffield Terrace, en York, ha revelado la primera evidencia osteológica directa de un combate entre un gladiador romano y un león. El estudio, publicado en PLoS One, analiza el esqueleto de un hombre adulto que presenta claras marcas de mordedura en la cadera, las cuales han sido identificadas como producidas por un león, gracias a comparaciones con registros zoológicos contemporáneos.
El esqueleto, perteneciente a un individuo de entre 26 y 35 años, fue encontrado junto a restos de caballo y dos cuerpos adicionales, lo que sugiere un entierro ritualizado. Además de la herida fatal, los restos muestran indicios de desnutrición infantil superada, problemas vertebrales por sobrecarga, y signos de inflamación pulmonar y en el muslo, características comunes entre combatientes de alto desgaste físico.
La profesora Malin Holst, osteoarqueóloga de la Universidad de York, destacó que esta evidencia valida que los hombres enterrados en el lugar fueron efectivamente gladiadores —y no simplemente soldados o esclavos— involucrados en espectáculos violentos con animales. Esta interpretación refuerza la hipótesis de que York, bajo control romano, albergaba una arena con combates públicos entre hombres y bestias.
El investigador Tim Thompson, de la Universidad de Maynooth, señaló que hasta ahora el conocimiento sobre estos enfrentamientos se basaba casi exclusivamente en fuentes textuales o representaciones artísticas. “Esta es la primera prueba física directa de que tales eventos realmente ocurrieron”, explicó, y añadió que cambia drásticamente nuestra comprensión del entretenimiento romano en regiones periféricas del imperio.

El análisis sugiere que el hombre podría haber sido un Bestiarius, un tipo de gladiador especializado en enfrentar animales salvajes. Tras su muerte por la mordedura, fue decapitado, práctica ritual registrada en otros entierros romanos, aunque su simbolismo permanece incierto.
El descubrimiento es parte de un proyecto que comenzó en 2004 con la excavación de 82 esqueletos masculinos jóvenes en Driffield Terrace. Estas investigaciones revelaron orígenes diversos (según el análisis dental) y un alto grado de entrenamiento físico, así como múltiples heridas curadas, consistentes con una vida de combate frecuente.
Holst afirmó que el hallazgo proporciona una visión más nítida sobre la vida y muerte de los gladiadores, y sobre el papel de animales exóticos en los juegos de provincias romanas. Aunque no se ha hallado un anfiteatro en York, las pruebas apuntan a su existencia, lo que sugiere que eventos similares a los del Coliseo romano se celebraban en ciudades como esta.
La ciudad de York, capital de la Britania romana del norte, fue escenario de momentos históricos clave, como la proclamación de Constantino como emperador en el año 306 d.C. La presencia de altos cargos imperiales habría impulsado una vida social refinada y demandado espectáculos públicos, entre ellos los de gladiadores.
David Jennings, director de York Archaeology, subrayó que este hallazgo amplía las investigaciones genómicas previas sobre los gladiadores enterrados en el sitio. “Es revelador que la primera evidencia física de este tipo se descubra fuera de Roma, en una ciudad como York”, apuntó, aludiendo a su importancia como centro imperial y cultural en la periferia del imperio.
El esqueleto será exhibido próximamente en DIG: An Archaeological Adventure, junto con una reconstrucción facial del gladiador. Este hallazgo no solo humaniza la figura del gladiador, sino que arroja nueva luz sobre la brutal realidad del entretenimiento romano en los confines del imperio.
Referencias: Universidad de York