Agricultura urbana: la clave para alimentar ciudades tras una catástrofe global

Un estudio señala que combinar agricultura urbana y periurbana puede sustentar ciudades medianas en escenarios postapocalípticos

Autor - Aldo Venuta Rodríguez

3 min lectura

Campo de canola y colza cerca de una ciudad, mostrando la producción de alimentos para biocombustibles.
Campo de canola y colza cultivado cerca de áreas urbanas, con el propósito de producir biocombustibles, lo que podría garantizar la seguridad alimentaria en situaciones de emergencia global. Crédito: Werner Lojowski, Pexels, CC0

¿Podría una ciudad sobrevivir a una catástrofe global sin depender del comercio exterior? Un nuevo estudio afirma que la combinación de agricultura urbana y casi urbana podría ser suficiente para alimentar a ciudades de tamaño mediano, siempre que no haya un invierno nuclear. La investigación, publicada el 7 de mayo de 2025 en PLOS One, fue liderada por Matt Boyd (Adapt Research) y Nick Wilson (Universidad de Otago), ambos de Nueva Zelanda.

Catástrofes abruptas como guerras nucleares, pandemias extremas o tormentas solares podrían colapsar las cadenas globales de suministro, causando crisis alimentarias. Este estudio se propuso evaluar la capacidad de resiliencia local en Palmerston North, una ciudad neozelandesa representativa de muchas otras en el mundo por su clima templado y tamaño poblacional.

El análisis determinó que la agricultura urbana por sí sola alcanzaría para alimentar apenas al 20% de la población. No obstante, al sumar 1140 hectáreas de terrenos agrícolas cercanos, sería posible sustentar a toda la ciudad. Además, 110 hectáreas adicionales podrían dedicarse a biocombustibles, asegurando el funcionamiento de la maquinaria agrícola incluso sin petróleo importado.

Entre los cultivos evaluados, los guisantes destacaron como el mejor alimento urbano en condiciones normales, por su alto valor nutricional y bajo requerimiento de espacio. En contraste, en un invierno nuclear, la remolacha azucarera y la espinaca serían más eficaces. En terrenos periurbanos, las papas resultan óptimas en climas normales, mientras que trigo y zanahorias serían preferibles en escenarios postnucleares.

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Los autores emplearon imágenes satelitales de Google Earth para mapear el potencial productivo y calcular la conversión de superficie cultivada en proteínas, calorías y uso de tierra. Con estos datos, construyeron un modelo que puede ser replicado por otras ciudades del mundo para evaluar su autosuficiencia alimentaria frente a posibles crisis globales.

“Durante una catástrofe que interrumpa el comercio internacional, la producción local de alimentos será esencial para sobrevivir”, afirma el Dr. Boyd. “El sistema industrial de supermercados colapsaría sin combustible y logística global. Este estudio muestra cómo podríamos reestructurar la producción alimentaria desde nuestras ciudades”.

El éxito de esta transición dependería de integrar la agricultura al entorno urbano, habilitar terrenos periurbanos, construir infraestructura local para procesamiento y almacenamiento, asegurar el acceso a semillas y tratar la alimentación como parte integral de las políticas nacionales de seguridad.

El estudio fue autofinanciado por los autores y no contó con el respaldo de ninguna institución externa. Se espera que sus hallazgos inspiren a otras ciudades a adoptar modelos de producción alimentaria resiliente en un mundo cada vez más expuesto a riesgos sistémicos.

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Referencias: PLOS One | DOI: 10.1371/journal.pone.0321203

Preguntas frecuentes

¿Qué porcentaje de una ciudad podría alimentar solo la agricultura urbana?

Solo al 20% de la población, según el caso de Palmerston North; el resto necesitaría cultivos en terrenos cercanos.

¿Qué cultivos urbanos son óptimos tras una catástrofe?

En clima normal, los guisantes. En invierno nuclear, remolacha azucarera y espinaca, por su eficiencia nutricional.

¿Qué cultivos periurbanos serían más eficaces?

La papa en condiciones normales y el trigo y las zanahorias en un escenario de invierno nuclear postapocalíptico.

¿Qué propone el estudio para sobrevivir a una crisis global?

Integrar la agricultura en zonas urbanas y cercanas, asegurar semillas y procesado local, y tratarla como política de seguridad.

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