El tiburón de Groenlandia, que habita en las aguas del Ártico y el Atlántico Norte, crece apenas un centímetro por año y puede alcanzar más de 6 metros de longitud. Su longevidad ha desconcertado a los científicos, ya que parece resistente a enfermedades relacionadas con la edad, como el cáncer. Para comprender los mecanismos detrás de su extraordinaria vida, un equipo internacional de investigadores ha secuenciado por primera vez su ADN, revelando hallazgos clave.
El estudio, dirigido por el bioinformático Arne Sahm del Instituto Leibniz sobre el Envejecimiento en Alemania, enfrentó un gran desafío logístico: obtener muestras de ADN de tiburones en su hábitat natural. Para ello, se utilizaron líneas de pesca con grandes anzuelos y carne en descomposición en las profundidades de Groenlandia. A partir de muestras de tejido cerebral, los científicos ensamblaron el genoma completo del tiburón, que es significativamente más grande que el del ser humano, con 6.450 millones de pares de bases y 22.634 genes.
Uno de los hallazgos más relevantes es la presencia de un gran número de transposones, conocidos como “genes saltarines”, que parecen desempeñar un papel crucial en la reparación del ADN. Además, se identificó una variante única del gen TP53, el cual es fundamental en la supresión de tumores y la estabilidad genética. Estas adaptaciones podrían explicar por qué el tiburón de Groenlandia envejece tan lentamente y es resistente a enfermedades degenerativas.
Aunque los humanos y los tiburones de Groenlandia están evolutivamente distantes, sus mecanismos genéticos podrían ayudar a desarrollar nuevas estrategias para prolongar la salud humana. Según el biólogo molecular Paul Robbins, de la Universidad de Minnesota, el objetivo no es extender la vida humana a cientos de años, sino comprender cómo reducir enfermedades relacionadas con el envejecimiento y mejorar la calidad de vida en la vejez.
Este descubrimiento complementa investigaciones en otras especies longevas, como la ballena de Groenlandia y la rata topo desnuda. La bióloga Andrea Bodnar, del Instituto de Genómica Marina de Gloucester, enfatiza que cada especie longeva ofrece soluciones únicas al envejecimiento. Los investigadores consideran que este estudio es solo el comienzo de nuevas exploraciones en la genética de la longevidad.