Un nuevo estudio liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia sugiere que los componentes químicos esenciales para la vida podrían haberse originado en los fríos y oscuros rincones del espacio, mucho antes de que existieran planetas como la Tierra. La investigación apunta a que las moléculas clave del ciclo de Krebs fundamental para la obtención de energía en las células pueden formarse dentro del hielo interestelar.
El hallazgo se basa en experimentos realizados en condiciones que imitan el espacio profundo, temperaturas cercanas a los 10 kelvin (-263 °C), vacío extremo y exposición a radiación energética similar a los rayos cósmicos. Bajo estas condiciones, los científicos recrearon las finas capas de hielo que se forman sobre granos de polvo interestelar, demostrando que pueden generar moléculas orgánicas complejas.
Estas moléculas incluyen todos los intermediarios del ciclo de Krebs, una serie de reacciones bioquímicas presentes en prácticamente todos los seres vivos. Esta ruta metabólica es clave para la respiración celular, permitiendo la transformación de nutrientes como azúcares y grasas en energía utilizable por las células.
La investigación fue desarrollada en el Instituto de Química de Niza (CNRS/Université Côte d'Azur) y respaldada por observaciones del telescopio espacial James Webb, que recientemente detectó hielo interestelar en la nebulosa NGC 1333. Este entorno cósmico, rico en estrellas jóvenes, podría haber sido un crisol químico donde se gestaron los primeros bloques moleculares de la vida.
Hasta ahora, se pensaba que las moléculas orgánicas complejas se formaban en ambientes más cálidos, como la superficie de planetas o meteoritos que impactaron la Tierra. Sin embargo, este estudio respalda la hipótesis de que el espacio profundo, a pesar de su hostilidad, pudo haber actuado como el primer laboratorio prebiótico del universo.
Este hallazgo no solo redefine el lugar donde pudieron haberse originado los elementos de la vida, sino que amplía enormemente la posibilidad de que estos compuestos existan en otros sistemas estelares. Si el hielo interestelar puede albergar estas reacciones, podría haber sembrado de vida potencial al cosmos mucho antes de la formación de mundos habitables.