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El retroceso de los glaciares prepara el escenario para erupciones volcánicas a gran escala

El deshielo de los glaciares no solo es una señal del cambio climático, sino que también podría aumentar el riesgo de erupciones volcánicas violentas a nivel global

Pablo Moreno-Yaeger recolectando muestras en las inmediaciones de la caldera de Mocho-Choshuenco
Pablo Moreno-Yaeger realiza la recolección de muestras cerca de la caldera de Mocho-Choshuenco, en un entorno volcánico del sur de Chile. Crédito: Pablo Moreno-Yaeger / UW-Madison

Durante décadas, los científicos han sabido que existe una conexión entre los glaciares y los volcanes, especialmente en lugares como Islandia. Sin embargo, una reciente investigación presentada en la Conferencia Goldschmidt en Praga aporta nueva evidencia de que el retroceso de los glaciares puede activar erupciones explosivas en sistemas volcánicos de todo el mundo, incluidos los Andes y potencialmente la Antártida.

El equipo de investigadores, liderado por la Universidad de Wisconsin-Madison, estudió seis volcanes del sur de Chile, como el Mocho-Choshuenco, utilizando datación por argón y análisis de cristales en rocas volcánicas. Su objetivo era entender cómo la presión del hielo glacial afectó la actividad volcánica durante y después de la última edad de hielo.

Los resultados muestran que, cuando una gruesa capa de hielo cubría los volcanes hace más de 18.000 años, la presión suprimía la cantidad y violencia de las erupciones. Sin embargo, a medida que los glaciares comenzaron a derretirse rápidamente, la liberación repentina de esa presión permitió que los gases en el magma se expandieran, desencadenando grandes explosiones volcánicas.

Este fenómeno ocurre porque la cobertura de hielo actúa como un “tapón” que contiene la energía del magma bajo tierra. Al retroceder el glaciar, ese tapón desaparece y el magma rico en sílice puede subir y liberar su presión, lo que da lugar a erupciones mucho más violentas y frecuentes que en condiciones normales.

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Aunque este vínculo se había estudiado en Islandia, es la primera vez que se demuestra en sistemas volcánicos continentales. Los investigadores advierten que cientos de volcanes actualmente inactivos bajo glaciares, sobre todo en la Antártida, podrían volverse mucho más activos a medida que el cambio climático acelera el deshielo global.

El proceso no es inmediato a escala humana, pero sí rápido en términos geológicos: el sistema magmático puede reaccionar en décadas o siglos. Esto brinda cierto margen para el monitoreo y la preparación, aunque subraya la importancia de vigilar de cerca las regiones con volcanes subglaciales.

El aumento de la actividad volcánica podría tener consecuencias globales. Las erupciones lanzan aerosoles y partículas a la atmósfera, que a corto plazo pueden enfriar el planeta, como ocurrió tras la erupción del Monte Pinatubo en 1991. Sin embargo, múltiples erupciones pueden acabar liberando grandes cantidades de gases de efecto invernadero, reforzando el ciclo de calentamiento global.

Este círculo vicioso plantea un nuevo reto para la ciencia y la gestión de riesgos: el cambio climático no solo derrite glaciares y eleva el nivel del mar, sino que también puede despertar volcanes dormidos y multiplicar el riesgo de catástrofes naturales imprevisibles.

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Según los autores, los hallazgos resaltan la necesidad urgente de monitorizar y estudiar los volcanes situados bajo glaciares en regiones como la Antártida, Norteamérica, Nueva Zelanda y Rusia. Comprender mejor este fenómeno permitirá anticipar riesgos y mejorar los sistemas de alerta temprana.

En definitiva, el retroceso acelerado de los glaciares no solo transforma el paisaje, sino que puede desencadenar una cadena de eventos volcánicos a gran escala, añadiendo un elemento de incertidumbre al futuro climático del planeta.

❓ Preguntas frecuentes

La pérdida de presión por el retroceso del hielo permite que los gases del magma se expandan y desencadenen erupciones explosivas.

Principalmente en la Antártida, los Andes, Islandia y otras zonas volcánicas con glaciares extensos.

Sí, pueden enfriar el clima temporalmente, pero muchas erupciones podrían aumentar los gases de efecto invernadero a largo plazo.

Monitorear y estudiar estos volcanes permite anticipar erupciones y mejorar los sistemas de alerta temprana.

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