Investigadores de la Universidad de Dartmouth han presentado un modelo científico que establece un vínculo directo entre las emisiones de gases de efecto invernadero de empresas específicas de combustibles fósiles y los daños económicos ocasionados por fenómenos climáticos extremos. El estudio, publicado en la revista Nature el 23 de abril de 2025, representa un avance clave en los esfuerzos por exigir responsabilidades legales a las corporaciones contaminantes.
El equipo liderado por Justin Mankin y Christopher Callahan desarrolló un marco que combina datos de emisiones históricas con simulaciones climáticas para estimar las pérdidas económicas causadas por el calor extremo. Este enfoque permite aplicar el principio “de no ser por”, una herramienta jurídica que evalúa qué eventos no habrían ocurrido sin la intervención de un agente específico.
Los resultados revelan que tan solo 111 empresas podrían ser responsables de $28 billones en pérdidas económicas globales entre 1991 y 2020. Las cinco principales emisoras, entre ellas Chevron y ExxonMobil, concentrarían $9 billones de esos daños. En algunos casos, una sola empresa sería responsable de hasta $3,6 billones.

Según Mankin, “la responsabilidad científica por el cambio climático está resuelta”, aunque reconoce que el uso de esta evidencia en tribunales sigue en evolución. Callahan subraya que su enfoque permite comparar el mundo actual con uno alternativo en el que no existieran las emisiones de una empresa concreta, cerrando así un vacío que ha dificultado la litigación climática.
El modelo no solo apunta a la relación entre calor extremo y emisiones, sino que lo hace desde una escala corporativa, más concreta que estudios previos basados en concentraciones atmosféricas. Esta precisión es clave en contextos legales como la Ley del Superfondo Climático aprobada en Vermont en 2024, que busca aplicar el principio de “quien contamina, paga”.
El estudio también demuestra que el cambio climático no es un fenómeno futuro sino presente. El calor extremo ya ha generado impactos documentados que podrían haberse evitado sin las emisiones de ciertas corporaciones. Así, el enfoque propuesto no es meramente predictivo, sino que reconstruye lo que ya ha sucedido y sus causas científicas.
Para los autores, este trabajo no solo aporta claridad científica sino que también proporciona una base jurídica para que comunidades afectadas por catástrofes climáticas busquen reparación económica. El próximo paso será aplicar este marco a fenómenos como huracanes e inundaciones, ampliando su utilidad práctica en litigios ambientales.
Referencias: Nature