Un pequeño hueso encontrado hace tres décadas en Dinosaur Cove, en el sureste de Australia, podría revolucionar la historia evolutiva de los monotremas, los mamíferos ovíparos más peculiares del mundo. Hasta ahora, se pensaba que tanto los equidnas como los ornitorrincos descendían de un ancestro terrestre, con los ornitorrincos adaptándose posteriormente a un estilo de vida acuático. Sin embargo, un nuevo estudio de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) sugiere que ambos evolucionaron a partir de un antepasado semiacuático.
La profesora emérita Suzanne Hand, autora principal del estudio publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), explicó que este hallazgo describe un evento evolutivo extremadamente raro: un mamífero semiacuático que posteriormente se adaptó a vivir exclusivamente en tierra, como parece haber ocurrido con los equidnas.

El fósil en cuestión es un húmero —hueso del brazo— perteneciente a la especie extinta Kryoryctes cadburyi, hallado en Victoria en los años 90. Aunque su forma externa sugería afinidad con los equidnas modernos, el análisis interno del hueso, realizado mediante tomografías computarizadas y técnicas avanzadas de escaneo, reveló características típicas de animales semiacuáticos.
La estructura ósea de Kryoryctes presentaba paredes gruesas y cavidades medulares reducidas, similares a las del ornitorrinco, lo que sugiere adaptaciones para el buceo y la vida acuática. En contraste, los equidnas modernos poseen huesos mucho más ligeros, una adaptación propia de un estilo de vida terrestre.
Durante el Mesozoico, hace unos 108 millones de años, los monotremas dominaban las faunas de mamíferos en Australia. Sin embargo, el registro fósil de estos animales es extremadamente limitado, siendo Kryoryctes uno de los pocos conocidos por algo más que dientes o mandíbulas.

El coautor del estudio, el profesor Michael Archer, también de la UNSW, destacó que el descubrimiento de este húmero ofrece una oportunidad única para comprender la ecología y evolución de los primeros mamíferos australianos, desafiando ideas anteriores sobre sus orígenes terrestres.
Además del análisis óseo, otros rasgos de los equidnas modernos refuerzan la hipótesis de un pasado acuático. Su pico, aunque menos sensible que el del ornitorrinco, retiene receptores eléctricos vestigiales; sus patas traseras orientadas hacia atrás son similares a las utilizadas por los ornitorrincos para nadar; y su reflejo de buceo sugiere adaptaciones a la inmersión acuática.

Un estudio previo sobre la mioglobina, proteína relacionada con el almacenamiento de oxígeno en músculos, mostró que los equidnas poseen niveles inesperadamente altos, un rasgo más común en mamíferos buceadores, fortaleciendo aún más la teoría de un ancestro semiacuático.
Aunque este hallazgo cambia drásticamente el entendimiento sobre la evolución de los monotremas, los investigadores reconocen que se necesitan más datos para precisar cuándo y cómo los equidnas transicionaron completamente al medio terrestre. Por ello, la UNSW y colaboradores de Australia, Canadá, Colombia, Francia y el Reino Unido intensificarán la búsqueda de fósiles en depósitos opalizados del Mesozoico, como los de Lightning Ridge.
El próximo paso será analizar en detalle la histología del húmero de Kryoryctes usando técnicas no destructivas como las imágenes de sincrotrón, dado que el fósil es único y no puede ser cortado. Estas nuevas investigaciones podrían aportar información crucial para desentrañar los misterios evolutivos de los mamíferos más extraordinarios de Australia.
El estudio no sólo redefine el árbol evolutivo de los equidnas y ornitorrincos, sino que también muestra cómo, a través de la ciencia y la tecnología moderna, todavía estamos reescribiendo capítulos fundamentales de la historia de la vida en la Tierra.
Referencias: Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) | Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW)