Un pez de las profundidades, conocido como longnose lancetfish, sorprendió al aparecer recientemente en una playa de la costa de Oregón, Estados Unidos. Su intimidante apariencia, caracterizada por su cuerpo anguiliforme y una fila de colmillos afilados, llamó rápidamente la atención de los habitantes locales.
El longnose lancetfish, cuyo nombre científico es Alepisaurus ferox, habita en la zona mesopelágica del océano, a profundidades de hasta 1.600 metros. Su morfología incluye grandes ojos, una alta aleta dorsal y un cuerpo serpenteante, características que refuerzan su imagen de criatura prehistórica.

Aunque su presencia en la costa pueda parecer inusual, especialistas de un acuario local explicaron que cada año se encuentran entre cinco y seis ejemplares en las playas del Pacífico Noroeste. Estos peces suelen habitar aguas templadas, pero su capacidad migratoria les permite desplazarse hacia zonas más frías, como el mar de Bering.
El hallazgo reciente se produjo cuando un visitante de un acuario mostró una fotografía del pez encontrado en la playa. Al ver que el espécimen estaba fresco y bien conservado, el equipo del acuario se desplazó de inmediato para recuperarlo y aprovechar la oportunidad de estudiarlo en profundidad.

Una de las características más peculiares del longnose lancetfish es la composición gelatinosa y acuosa de su carne, lo que la vuelve poco apetecible para el consumo humano pero sumamente atractiva para las aves marinas. Esta condición dificulta hallar ejemplares frescos y enteros en la playa.
Además de su temible dentadura y su aspecto ancestral, el longnose lancetfish se destaca por su digestión extremadamente lenta. Esto permite que las presas ingeridas permanezcan prácticamente intactas durante largos períodos, facilitando el estudio de las cadenas tróficas marinas.

En este caso, el análisis estomacal reveló restos de calamares, pulpos y peces enteros, lo cual proporciona valiosa información sobre los hábitos alimenticios de esta especie y sobre el ecosistema marino profundo en general.

Aunque el longnose lancetfish no representa un riesgo para los humanos, su comportamiento durante la alimentación puede volverse agresivo, llegando incluso a lesionarse con sus propios colmillos. Hasta el momento, los intentos por mantener vivos estos ejemplares en cautiverio han resultado infructuosos.
El acuario local conserva como pieza de exhibición el primer ejemplar de esta especie que encontraron en la década de 1990, preservado mediante taxidermia. Esta pieza es considerada una joya educativa por su rareza y por el asombro que despierta entre los visitantes.