Una imagen satelital publicada el 2 de mayo por la Agencia Espacial Europea (ESA) muestra en detalle al iceberg A23a, el más grande del planeta, que continúa su desplazamiento en el Atlántico Sur tras separarse de la Antártida. Capturada por el instrumento de color oceánico y terrestre a bordo del satélite Sentinel-3 de Copernicus, la imagen ofrece una vista inédita del bloque colosal que ahora comienza a fracturarse cerca de la isla Georgia del Sur.
El A23a cubre actualmente un área de 3460 km², una superficie casi idéntica a la de la isla vecina (3528 km²) y más del doble del área del Gran Londres. Este gigante de hielo se desprendió originalmente de la plataforma de hielo Filchner en 1986, pero permaneció encallado durante décadas hasta que, en 2023, fue liberado por las corrientes marinas y comenzó su lento pero sostenido viaje hacia el norte.
Ahora, tras recorrer más de 2000 kilómetros, el A23a se encuentra a tan solo 73 km de la costa de Georgia del Sur, un ecosistema frágil y biodiverso que alberga colonias de pingüinos, focas y aves marinas, así como una base de investigación científica del British Antarctic Survey. Su aproximación y desintegración generan preocupación entre biólogos y oceanógrafos por su potencial impacto en la fauna local y los patrones de circulación oceánica.
La imagen revela claramente bloques de hielo más pequeños desprendiéndose de su masa principal, en especial al norte, donde las temperaturas marinas más elevadas aceleran la fragmentación. Este fenómeno es común en icebergs que alcanzan latitudes tan altas, y puede contribuir significativamente al aumento del nivel del mar si continúa la tendencia de fusión.
La isla de Georgia del Sur, montañosa y remota, mide 170 km de largo y se eleva hasta 2935 m sobre el nivel del mar. Aunque la imagen está parcialmente cubierta por nubes, su silueta puede distinguirse como un contraste borroso frente al coloso blanco del A23a. Esta cercanía geográfica refuerza la urgencia de vigilar su comportamiento para prever cualquier consecuencia ecológica o logística en el archipiélago británico.
La ESA lleva monitoreando el iceberg desde diciembre de 2023 y destaca que su trayectoria es parte de un patrón más amplio relacionado con el calentamiento de los océanos. Si bien los icebergs gigantes son fenómenos naturales, su número y duración podrían estar siendo amplificados por el cambio climático. Por esta razón, su monitoreo no solo aporta datos científicos, sino también alertas cruciales para la adaptación ambiental global.
A través del programa Copernicus, la colaboración entre ESA y la Unión Europea, se pretende seguir obteniendo datos clave sobre los cambios en la criósfera terrestre. El caso del A23a es una muestra evidente de cómo la observación satelital es esencial para entender los efectos del cambio climático en tiempo real y para anticipar sus consecuencias en regiones vulnerables.