Una de las primeras misiones del año es SPHEREx, un observatorio espacial diseñado para mapear el universo en 3D y estudiar cómo evolucionó tras el Big Bang. Este instrumento avanzará en la comprensión del cosmos y se lanzará desde la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg, en California, a finales de febrero.
En paralelo, el Lunar Trailblazer se prepara para desentrañar el misterio del agua en la Luna. Este pequeño satélite cartografiará con precisión las reservas de agua lunar, siendo parte de una misión conjunta con Intuitive Machines-2 bajo la iniciativa CLPS (Servicios de Carga Lunar Comercial) de la NASA.
NISAR, una colaboración entre la NASA y la Agencia Espacial de la India, estudiará cambios en la superficie terrestre relacionados con terremotos, glaciares y deforestación. Este satélite utilizará radares de alta precisión para proporcionar datos cruciales sobre nuestro planeta en constante transformación.
Otra misión destacada es el lanzamiento de Sentinel-6B en noviembre. Este satélite monitorizará el nivel del mar y mejorará los modelos climáticos, ayudando a comprender fenómenos como El Niño. Junto a su gemelo, Sentinel-6 Michael Freilich, ampliará por 10 años más el récord de mediciones oceánicas a escala global.
A bordo de un módulo de aterrizaje comercial, el proyecto CADRE enviará tres rovers a la Luna para demostrar cómo robots autónomos pueden colaborar en misiones científicas y de apoyo a astronautas. Este avance tecnológico será clave para futuras exploraciones lunares.
El 2025 también marcará el inicio del experimento cuántico SEAQUE en la Estación Espacial Internacional, que busca revolucionar la comunicación segura con fotones entrelazados. Este proyecto podría sentar las bases para una red cuántica global.
Finalmente, la nave Europa Clipper, lanzada en octubre de 2024, utilizará la gravedad de Marte el 1 de marzo para acelerar su viaje hacia Júpiter. Su misión es explorar si el océano bajo el hielo de Europa puede albergar vida.