Los terremotos son el resultado de una acumulación de tensión en la litosfera debido al desplazamiento de las placas tectónicas. Sin embargo, además de los procesos geológicos internos, algunos factores externos también pueden influir en la actividad sísmica. Cambios en la presión atmosférica, el deshielo de los glaciares y la acumulación de agua en embalses han sido asociados con modificaciones en el comportamiento de las fallas geológicas. Ahora, un nuevo elemento entra en discusión: la actividad solar.
El Sol atraviesa ciclos de aproximadamente 11 años, en los cuales su actividad fluctúa. Durante los periodos de máxima actividad, se incrementan las erupciones solares y las manchas solares, aumentando la cantidad de radiación que llega a la Tierra. Aunque estos cambios pueden parecer mínimos, la variación en la irradiación podría afectar la temperatura de la corteza terrestre y modificar la presión en las fallas, influyendo en la frecuencia de los terremotos.
Un estudio publicado en Chaos: An Interdisciplinary Journal of Nonlinear Science ha analizado esta posible conexión. Según los investigadores, la transferencia de calor solar a la superficie terrestre puede modificar la estabilidad de las placas tectónicas al alterar las propiedades de las rocas y el movimiento del agua subterránea. Aunque las diferencias de temperatura sean leves, podrían ser suficientes para desestabilizar regiones con alta presión geológica y favorecer la aparición de sismos.
De acuerdo con los expertos del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón, durante los periodos de máxima actividad solar, la temperatura en la superficie terrestre experimenta fluctuaciones que, a largo plazo, podrían influir en la acumulación de estrés en las placas tectónicas. "El calor solar promueve cambios en la temperatura atmosférica, afectando la presión en los límites de las placas y, en consecuencia, la actividad sísmica", explican los investigadores.
Si esta hipótesis se confirma, los datos sobre la actividad solar podrían incorporarse en los modelos de predicción sísmica. La posibilidad de prever terremotos sigue siendo un desafío para la ciencia, pero la inclusión de factores como la variabilidad solar en los sistemas de alerta temprana podría mejorar la anticipación de estos eventos y minimizar sus impactos en zonas vulnerables. La investigación continúa y, aunque aún no se puede establecer una relación directa entre el Sol y los terremotos, los científicos consideran que este es un paso importante para comprender mejor los factores que influyen en la dinámica sísmica del planeta.