Un estudio publicado en la revista Nature Astronomy está revolucionando la comprensión científica sobre cómo se forman los planetas y las estrellas. La investigación, liderada por Paolo Padoan, profesor ICREA en el Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (ICCUB) y actualmente investigador en el Dartmouth College (EE. UU.), demuestra que el entorno donde nace una estrella influye decisivamente en el tamaño y la longevidad de su disco protoplanetario, el lugar donde surgen los planetas.
Tradicionalmente, se creía que estos discos simplemente se reducían con el tiempo al alimentar el crecimiento de la estrella y sus planetas. Sin embargo, el equipo de Padoan plantea que estos discos pueden aumentar su masa gracias a la acreción de material del entorno mediante un proceso llamado acreción de Bondi-Hoyle. Esta captación de gas interestelar, aunque no altera significativamente la masa estelar, sí puede reconstruir y ampliar el disco planetario.
“Las estrellas nacen en cúmulos densos dentro de nubes moleculares y permanecen allí durante millones de años”, explica Padoan. “Su gravedad les permite seguir captando gas de su entorno. Esta acreción puede añadir momento angular, explicando por qué los discos son más grandes de lo previsto”.
El estudio combina modelado analítico y simulaciones computacionales para analizar este fenómeno en detalle. Los resultados concuerdan con las observaciones del radiotelescopio ALMA, que ha detectado discos de gran tamaño en estrellas jóvenes, incluso mayores de lo que los modelos tradicionales predecían. Este hallazgo resuelve discrepancias históricas entre teoría y observación.
Según los investigadores, esta nueva comprensión también explica por qué las estrellas más masivas tienden a tener discos más extensos, por qué algunos sistemas planetarios son anómalamente grandes, y por qué ciertos discos sobreviven más tiempo del estimado. Mover el enfoque del análisis desde la estrella al entorno abre nuevas perspectivas sobre cómo y dónde pueden formarse planetas habitables.
El investigador Veli-Matti Pelkonen, también del ICCUB y coautor del estudio, destaca que “las simulaciones permiten acceder a estructuras invisibles como la densidad del gas, los flujos de velocidad y los campos magnéticos. Eso nos permitió demostrar que la acreción de Bondi-Hoyle alarga la vida útil de los discos”.
A medida que aumentan las capacidades de cómputo y los telescopios como ALMA o el James Webb aportan observaciones sin precedentes, el equipo espera afinar aún más sus modelos. Estos avances permitirán profundizar en el papel de la turbulencia y la dinámica del gas interestelar en la formación estelar.
Más allá del interés astrofísico, este descubrimiento tiene implicaciones astrobiológicas: entender qué condiciones favorecen la existencia de discos duraderos y masivos podría ayudar a identificar los entornos más propicios para la formación de planetas habitables, un paso crucial en la búsqueda de vida más allá de nuestro sistema solar.
Referencias: Padoan et al., 2025, Nature Astronomy, DOI: 10.1038/s41550-025-02529-3