Cada año, nuestro planeta gana unos cuantos miles de toneladas extra de masa: polvo espacial, meteoritos y basura artificial regresan del espacio y entran en la atmósfera terrestre. Si bien muchos de estos objetos se desintegran sin consecuencias, otros pueden representar riesgos considerables si impactan en zonas pobladas. Ahora, una científica propone una herramienta innovadora para rastrear estos peligros: el sonido.

Durante la Asamblea General de la Unión Europea de Geociencias (EGU 2025), la investigadora Elizabeth Silber, de los Laboratorios Nacionales Sandia, presentará un estudio que utiliza sensores de infrasonido para rastrear objetos espaciales que atraviesan el cielo. Su investigación se centra en los bólidos, grandes meteoroides que se desintegran con explosiones brillantes en la atmósfera, liberando ondas de choque detectables a miles de kilómetros.
El estudio aborda un problema clave: a diferencia de una explosión puntual, un bólido genera sonido a lo largo de toda su trayectoria. Este detalle es especialmente relevante para objetos que ingresan a la atmósfera en ángulos bajos, donde las señales de infrasonido pueden llegar desde distintas direcciones y confundir su ubicación real.

Para analizar este fenómeno, Silber empleó datos de la red mundial de sensores de infrasonido mantenida por la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCE), cuyo sistema registra desde explosiones nucleares hasta truenos. Usando señales puras de bólidos, la científica logró modelar cómo el ángulo de entrada afecta la detección: si es superior a 60 grados, el seguimiento es preciso; si es más horizontal, la incertidumbre aumenta considerablemente.
“El infrasonido de un bólido se parece más a un estampido sónico que se extiende por el cielo que a una sola explosión”, explicó Silber. “Esto cambia por completo cómo debemos interpretar los datos acústicos si queremos saber a dónde se dirige un objeto espacial”.

Esta investigación no solo es relevante para entender los meteoroides naturales, sino también para rastrear basura espacial: satélites obsoletos, restos de cohetes y herramientas perdidas que orbitan la Tierra y eventualmente caen sin control. Al no saber exactamente dónde impactarán, resulta difícil prever y mitigar sus consecuencias. Los datos de infrasonido, bien interpretados, podrían cambiar eso.
El trabajo será presentado el viernes 2 de mayo en el punto PICO 5 de la sesión SM8.5 en la EGU 2025, que se celebra de forma híbrida desde Viena. También se discutirá el potencial de esta técnica en la defensa planetaria, un campo que gana importancia a medida que aumentan los riesgos desde el espacio cercano a la Tierra.
Referencias: EGU25-9264, Unión Europea de Geociencias, 2025