El estudio liderado por la TUM utilizó un innovador instrumento láser de alta precisión diseñado para medir la velocidad de rotación terrestre. Inicialmente, este dispositivo enfrentó desafíos técnicos, como la asimetría de los rayos láser, pero se optimizó mediante un algoritmo que mejoró su precisión. Este avance permitió detectar fluctuaciones de aproximadamente 6 milisegundos cada dos semanas.
A lo largo de millones de años, estas pequeñas variaciones podrían acumularse, extendiendo los días hasta 25 horas en un periodo de 200 millones de años. Históricamente, la duración del día ya ha cambiado; hace 1,400 millones de años, un día duraba solo 18 horas, destacando la constante evolución de nuestro planeta.
La interacción gravitacional con la Luna y los movimientos internos del núcleo terrestre son factores clave detrás de estas fluctuaciones. Además, el tiempo sideral, basado en estrellas de fondo, también se ve afectado, lo que tiene implicaciones en la calibración de instrumentos científicos y la observación astronómica.
En meteorología, estas variaciones podrían mejorar los modelos climáticos, ayudando a prever el impacto de los cambios en la rotación terrestre. A nivel astronómico, comprender estos procesos es fundamental para estudiar la dinámica planetaria y el comportamiento del campo magnético terrestre, que protege a la Tierra de la radiación solar.