Un innovador estudio del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal ha revelado que los orangutanes criados en zoológicos muestran un comportamiento exploratorio significativamente más rico y diverso que los de su misma especie en libertad. El trabajo, publicado en la revista *Scientific Reports*, sugiere que el entorno influye directamente en el desarrollo cognitivo, al ampliar las oportunidades de interacción con objetos y herramientas.
Los investigadores analizaron más de 12 000 eventos de manipulación exploratoria de objetos (EOM) en 51 orangutanes de Sumatra, desde los seis meses hasta los 76 años de edad. Compararon individuos salvajes en el sitio de investigación Suaq Balimbing, en Indonesia, con orangutanes alojados en zoológicos europeos. Los resultados mostraron que los ejemplares en zoológicos interactúan más frecuentemente con su entorno, usando una mayor variedad de acciones, partes del cuerpo y objetos, incluso cuando se trata de los mismos estímulos disponibles en ambos hábitats.

“Lo fascinante no es solo la frecuencia, sino la calidad de la exploración”, explica Isabelle Laumer, primera autora del estudio. “Los orangutanes en zoológicos mostraron repertorios más amplios, mayor uso de herramientas y mayor propensión a combinar objetos, lo que indica un entorno que estimula capacidades cognitivas latentes”.
Uno de los hallazgos más relevantes es que, aunque todos los orangutanes comienzan a explorar objetos a edades similares, los individuos en zoológicos continúan haciéndolo hasta la adultez. Por el contrario, los salvajes disminuyen drásticamente este comportamiento alrededor de los ocho años, coincidiendo con el destete. Esta diferencia podría estar ligada a la necesidad de sobrevivir en la naturaleza, donde la búsqueda de alimento y la vigilancia ocupan la mayor parte del tiempo disponible.
En entornos controlados, los orangutanes no solo tienen más tiempo y energía para explorar, sino que también reciben estímulos diseñados intencionalmente: juguetes, rompecabezas, bloques, objetos de colores, estructuras apilables, e incluso dispositivos interactivos. Todo ello contribuye a un aprendizaje constante que podría tener implicaciones profundas en su flexibilidad cognitiva y resolución de problemas.

Los científicos también observaron que, al explorar los mismos objetos naturales, los orangutanes en zoológicos aplicaban más acciones distintas que los salvajes. Esto indica que no se trata solo del tipo de objeto, sino de una mayor capacidad para transferir habilidades exploratorias aprendidas en un contexto hacia otros, lo que refuerza la hipótesis de que estos entornos expanden el rango de respuestas cognitivas disponibles para el individuo.
La comparación reveló que los orangutanes en zoológicos usaban más partes del cuerpo durante la exploración y mostraban una mayor probabilidad de manipular múltiples objetos a la vez, lo cual se asocia con habilidades complejas como el uso de herramientas. Estas conductas, difíciles de observar en hábitats salvajes, reflejan un desarrollo cognitivo potenciado por las condiciones del cautiverio.

Si bien algunos podrían pensar que los zoológicos limitan la expresión natural de una especie, este estudio plantea la posibilidad opuesta: bajo ciertas condiciones, pueden maximizar el potencial cognitivo. No obstante, los autores señalan que esto exige cautela en los estudios comparativos evolutivos, ya que el rendimiento cognitivo en cautiverio puede no reflejar el verdadero comportamiento adaptativo en ambientes naturales.
El equipo concluye que observar a los animales en ambos entornos —natural y cautivo— es clave para entender no solo cómo se desarrolla la cognición, sino también cuáles son los límites reales de la inteligencia animal. En el caso de los orangutanes, parece claro que el potencial exploratorio va mucho más allá de lo que el entorno salvaje permite expresar.
Referencias: Scientific Reports, Instituto Max Planck de Comportamiento Animal