La exposición prolongada a olas de calor y frío extremo ha provocado más de 35.000 muertes evitables entre 2001 y 2019, según un estudio publicado en la revista Temperature. El trabajo, liderado por investigadores de la OP Jindal Global University, alerta sobre la falta de preparación de muchas regiones para afrontar fenómenos térmicos cada vez más frecuentes e intensos, en particular en contextos de alta densidad poblacional y desigualdad social.
En total, se documentaron 19.693 muertes por insolación y 15.197 por exposición al frío. Las cifras alcanzaron su pico en 2015, con más de 3.000 fallecimientos. El análisis revela que muchas de estas muertes ocurrieron en estados y zonas que no son tradicionalmente los más calurosos o fríos, pero que carecen de infraestructuras y políticas de adaptación suficientes.
La investigación se centró en un país de grandes contrastes climáticos y sociales: India. En este contexto, se descubrió que los hombres en edad laboral (45-60 años) fueron los más afectados, especialmente aquellos que trabajan al aire libre en sectores como la construcción, el transporte y la economía informal. Sorprendentemente, las muertes por frío fueron también significativas, incluso en estados donde los inviernos no son especialmente severos.
La falta de protección social y adaptación urbana quedó patente: muchas muertes podrían haberse evitado con medidas básicas como acceso a agua potable, zonas de sombra, refugios climáticos y políticas laborales más flexibles. “No es solo un problema climático, sino de infraestructura y gobernanza”, advirtió el autor principal, Pradeep Guin.
A nivel geográfico, el estudio señala a Andhra Pradesh como el estado con más muertes por calor, seguido por Uttar Pradesh y Punjab. En cuanto al frío, Uttar Pradesh, Punjab y Bihar lideran las cifras. El análisis sugiere que la falta de familiaridad con temperaturas extremas en estas regiones agrava la mortalidad, al no contar con mecanismos de respuesta adecuados.
Los investigadores destacan que en áreas urbanas con mayor inversión en salud y bienestar social se registraron menos muertes. Esto subraya la importancia del gasto público y de planes locales de acción. “Se necesitan estrategias diferenciadas y una mayor conciencia pública para mitigar los impactos del clima extremo”, señaló Nandita Bhan, coautora del estudio.
Entre las recomendaciones figuran la creación de planes de acción estatales, mejoras en los sistemas de alerta temprana y ampliación de los refugios nocturnos. También se sugiere utilizar lenguaje local accesible en campañas educativas, y adaptar el entorno urbano con medidas como techos sombreados en paradas de autobús o fuentes públicas de agua.
Aunque el cambio climático suele vincularse con el aumento de las temperaturas, este estudio muestra que también está generando nuevos mínimos históricos de frío en ciertas zonas. Esto amplifica el riesgo de mortalidad y exige respuestas flexibles y localizadas, adaptadas a las realidades de cada comunidad vulnerable.
Finalmente, los autores subrayan la urgencia de recopilar datos precisos a nivel subnacional para diseñar intervenciones eficaces. “Nuestro trabajo ofrece evidencia clave para políticas públicas orientadas a salvar vidas”, concluyó Keshav Sethi, coautor y candidato a doctorado.
Referencias: Guin et al., 2025, Temperature, DOI: 10.1080/23328940.2025.2475420