La naturaleza puede ser feroz, incluso entre las criaturas más pequeñas. Una nueva investigación liderada por la Universidad de Duke ha revelado que las aves hembras que dependen de cavidades preexistentes para anidar desarrollan una agresividad notable para defender su nido frente a los intrusos.
A diferencia de otras especies que construyen sus nidos en ramas abiertas o excavaciones propias, las aves que anidan exclusivamente en cavidades enfrentan una competencia intensa por espacios limitados, lo que desencadena comportamientos defensivos extremos, especialmente en las hembras, responsables de asegurar la supervivencia de su prole.
El equipo científico, dirigido por Sara Lipshutz, analizó a especies de cinco familias de aves, colocando señuelos y grabaciones de cantos cerca de los nidos. Descubrieron que, salvo excepciones como los gorriones menos agresivos y los cucaracheros siempre agresivos, la necesidad de un sitio específico de anidación era el principal factor que disparaba la conducta hostil, más allá del linaje familiar.
Sorprendentemente, la investigación descartó una relación directa entre los niveles de testosterona y la agresividad en estas aves. A pesar de su conducta intensa, las hembras no mostraban niveles hormonales elevados, lo que sugiere que otros mecanismos biológicos impulsan esta adaptación comportamental.
Para indagar más a fondo, los investigadores estudiaron la expresión génica de las especies analizadas. Aunque hallaron ciertos patrones comunes de activación de genes relacionados con la agresión, no identificaron un conjunto uniforme de "genes sospechosos habituales", indicando que múltiples rutas genéticas pueden llevar a un mismo comportamiento adaptativo.
Esta convergencia evolutiva refleja que distintas especies han desarrollado soluciones similares frente al mismo desafío ecológico: asegurar el éxito reproductivo cuando los recursos son escasos y altamente competitivos.
Como resumió Lipshutz, el estudio demuestra que "hay muchas maneras de construir un pájaro agresivo", subrayando la complejidad y creatividad de la evolución en el comportamiento animal.
El trabajo fue financiado por la Fundación Nacional de Ciencias de EE. UU. y publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, aportando nuevas perspectivas sobre los orígenes genéticos y ecológicos de la conducta agresiva en las aves.
Referencias: Nature Ecology and Evolution | Universidad de Duke