Bases militares británicas bajo investigación por posible contaminación con químicos PFAS
El Reino Unido investiga si bases militares filtran sustancias químicas PFAS a fuentes de agua potable y zonas protegidas
Autor - Aldo Venuta Rodríguez
4 min lectura
El Ministerio de Defensa del Reino Unido ha iniciado una investigación sobre tres bases militares —RAF Marham (Norfolk), RM Chivenor (Devon) y AAC Middle Wallop (Hampshire)— ante la sospecha de que podrían estar filtrando PFAS, sustancias químicas tóxicas y persistentes, a fuentes de agua potable y ecosistemas sensibles.
Las instalaciones fueron identificadas mediante una herramienta de evaluación de riesgos desarrollada por la Agencia de Medio Ambiente (EA) del Reino Unido, que permite localizar focos potenciales de contaminación por PFAS y priorizar su análisis. Dos de las bases se encuentran en zonas de protección de agua potable, mientras que la tercera colinda con ríos y áreas de conservación marina.
Las PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas) se utilizan desde hace décadas en espumas contra incendios, productos industriales y de consumo. Se las conoce como “químicos permanentes” porque no se degradan fácilmente en el ambiente y pueden acumularse en el cuerpo humano, asociándose con cáncer, alteraciones inmunológicas y trastornos reproductivos.
Expertos advierten que la contaminación en instalaciones militares es altamente probable. El profesor Hans Peter Arp señaló que la mayoría de bases en Europa han utilizado espumas ricas en PFAS durante años, generando acumulaciones en suelo, aguas subterráneas y materiales de construcción. Además, advirtió que la contaminación puede extenderse durante décadas si no se actúa de inmediato.
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Esta preocupación ha llevado al Comité de Auditoría Ambiental británico a abrir una investigación formal sobre la presencia de PFAS en el país. Según Alex Ford, biólogo de la Universidad de Portsmouth, miles de sitios en Reino Unido presentan niveles elevados de estos compuestos, lo que representa una amenaza creciente para la salud humana y la biodiversidad.
El coste de limpiar estos contaminantes podría ascender a miles de millones de libras. Water UK, asociación que representa a la industria del agua, pidió la prohibición total de PFAS y que los fabricantes financien un plan nacional de eliminación.
Otros especialistas como Crispin Halsall, químico ambiental de la Universidad de Lancaster, hicieron un llamado a la transparencia y colaboración institucional. Señalan que el monitoreo en el Reino Unido está rezagado respecto a países como Estados Unidos, donde ya se han destinado miles de millones en pruebas y limpieza en sitios militares.
El caso de Brad Creacey, un exbombero militar estadounidense, ilustra los riesgos personales. Décadas después de trabajar con espumas AFFF, fue diagnosticado con cáncer y trastornos autoinmunes, y presenta altos niveles de PFOS en sangre. Otro testimonio, el del exbombero británico Pete Thompson, revela que las espumas se usaban sin control ambiental sobre campos abiertos.
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Además de las bases militares, otros focos potenciales de contaminación incluyen aeropuertos, fábricas de papel, plantas de metalizado y vertederos. La EA está implementando un programa nacional de monitoreo y ha instado al Ministerio de Defensa a colaborar activamente en las investigaciones.
Aunque el gobierno afirma que el agua potable no supera los niveles seguros de PFAS, la comunidad científica insiste en que la regulación actual es insuficiente. Se monitorean solo 48 tipos de PFAS, pese a que existen muchos más aún sin estudiar ni detectar adecuadamente.
Investigadores como Patrick Byrne, de la Universidad John Moores de Liverpool, sostienen que estamos apenas en la “punta del iceberg”, ya que las pruebas actuales subestiman la carga total de estos contaminantes. Tanto laboratorios públicos como privados están desbordados y la tecnología apenas alcanza a seguir el ritmo del problema.
Referencias: Este artículo fue adaptado del reportaje original de The Guardian
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