El régimen de China continúa ampliando su ambicioso programa espacial con el exitoso lanzamiento de seis satélites de prueba Shiyan-27. El despegue se realizó desde el Centro de Lanzamiento de Taiyuan, en la provincia de Shanxi, a bordo de un cohete Gran Marcha-6 en su versión modificada. Este evento marca la misión número 570 de la serie de cohetes 'Gran Marcha', consolidando su papel central en la estrategia espacial del país asiático.
De acuerdo con la agencia estatal Xinhua, los satélites están destinados principalmente a “la exploración del entorno espacial” y a la “realización de pruebas tecnológicas”. Aunque los detalles específicos de su misión no han sido divulgados, se espera que sirvan como banco de pruebas para futuras tecnologías de observación y navegación.
Los dispositivos alcanzaron su órbita predeterminada sin complicaciones, demostrando la capacidad operativa del cohete Gran Marcha-6, que ha sido objeto de mejoras para optimizar su rendimiento en misiones de mediana escala. El lanzamiento refuerza la posición de China como uno de los principales actores en el desarrollo y despliegue de tecnología espacial avanzada.
Este lanzamiento ocurre en un contexto geopolítico tenso. Mientras China fortalece su presencia en el espacio, Taiwán, en colaboración con la compañía estadounidense Astranis, planea lanzar su primer satélite de comunicaciones dedicado, diseñado para garantizar su resiliencia digital ante posibles conflictos o desastres.
La respuesta tecnológica de Taiwán busca asegurar su infraestructura crítica frente a interrupciones como las provocadas por recientes incidentes con cables submarinos. La isla también ha expresado su interés en asociarse con países como Estados Unidos, Japón y la Unión Europea para impulsar su soberanía espacial mediante el desarrollo de satélites propios.