Un nuevo estudio publicado el 2 de mayo de 2025 en Science Advances revela cómo un fragmento de ADN, el retrotransposón LINE-1, logra insertarse en el genoma humano durante la división celular. Este proceso no solo ha contribuido a la evolución del ADN humano, sino que también está vinculado a enfermedades como el cáncer, trastornos neurológicos e inflamación crónica.
LINE-1 es el único de su tipo que aún puede replicarse por sí solo en el ADN humano. Su mecanismo es similar al del VIH: primero se transcribe en ARN y luego se convierte nuevamente en ADN para integrarse en una nueva ubicación del genoma. Actualmente, representa el 20% del genoma humano con más de 500.000 copias.
El papel clave de la división celular en la replicación de LINE-1
La investigación, liderada por NYU Langone Health y la Universidad de Múnich (LMU), descubrió que LINE-1 aprovecha las brechas temporales durante la mitosis —cuando el núcleo celular se desmantela momentáneamente— para ingresar y replicarse. Durante este tiempo, su ARN forma complejos con la proteína ORF1p, esenciales para unirse al ADN.
ORF1p puede enlazarse con ARN, ADN y consigo misma en estructuras llamadas multímeros. Estas se agrupan en condensados de cientos de moléculas que rodean el ARN de LINE-1, creando puntos de anclaje para su inserción en regiones específicas del genoma ricas en adenina y timina.
El equipo señala que esta dinámica precisa es crucial para comprender cómo el genoma humano ha sido modificado por elementos móviles, y cómo prevenir futuras inserciones dañinas que podrían activar respuestas inmunitarias similares a las de infecciones virales.
Implicaciones terapéuticas y futuras investigaciones
Según el Dr. Liam Holt, coautor del estudio, estos hallazgos podrían servir como base para el desarrollo de tratamientos que inhiban la replicación de LINE-1. Bloquear su capacidad de formar condensados o aprovechar la mitosis sería un enfoque prometedor contra enfermedades donde este retrotransposón está implicado.

Además, el estudio plantea interrogantes sobre si otros condensados celulares cambian su función dependiendo de la proporción entre sus componentes, abriendo nuevas líneas de investigación en genética celular y biología molecular.
El estudio fue apoyado por el Programa de Cooperación en Investigación LMU-NYU. Entre los coautores se encuentran Farida Ettefa, Sarah Zernia, Johannes Stigler y otros investigadores de ambas instituciones.
Este descubrimiento no solo resalta el poder de los "genes saltarines" para remodelar el genoma, sino que también sugiere nuevas formas de controlar sus efectos deletéreos en la salud humana, especialmente en el envejecimiento y en procesos inflamatorios crónicos.
Referencias: Science Advances - DOI: 10.1126/sciadv.adt9318