Denominado J1429+5447, este cuásar fue detectado por NuSTAR como el objeto más lejano registrado por este telescopio de rayos X desde su lanzamiento en 2012. En un periodo de cuatro meses terrestres (equivalentes a dos semanas para el cuásar debido a efectos relativistas), sus emisiones de rayos X se duplicaron, una señal de que posee un chorro relativista dirigido hacia la Tierra.
"Este cuásar es un agujero negro supermasivo con un chorro activo y lo estamos observando en los primeros mil millones de años del universo", explicó Lea Marcotulli, autora principal del estudio y astrofísica en Yale. La radiación emitida por estos objetos, que abarcan múltiples longitudes de onda, permite a los astrónomos estudiar la estructura y evolución del cosmos.
La investigación también vincula al cuásar J1429+5447 con el período de reionización, cuando las primeras estrellas y galaxias comenzaron a iluminar el universo. Este evento transformó el gas neutro que dominaba el cosmos en un plasma ionizado, marcando el fin de la era oscura y permitiendo la propagación de la luz.
Los científicos utilizaron observaciones del telescopio Chandra para comparar los datos con los de NuSTAR, revelando la rápida variabilidad de sus emisiones. Según Meg Urry, profesora de física en Yale, "el comportamiento extremo de este cuásar está casi garantizado por un chorro que transporta partículas a velocidades cercanas a la luz, amplificando su variabilidad mediante efectos relativistas".
Además de su importancia para comprender la reionización, este cuásar plantea nuevas preguntas sobre cómo los agujeros negros supermasivos lograron acumular tanta masa en un tiempo tan corto. "La presencia de chorros podría ser clave para explicar su rápido crecimiento", añadió Marcotulli.
El hallazgo, respaldado por la NASA, también apunta a la necesidad de buscar más cuásares similares en el universo temprano. Cada uno de estos objetos podría ser una pieza fundamental para comprender el papel de los agujeros negros en la evolución del cosmos.