El enigma del clima marciano ha dado un giro sorprendente. Una reciente investigación publicada el 21 de abril de 2025 en la revista Journal of Geophysical Research: Planets sugiere que el Marte antiguo no era tan frío y seco como se pensaba. Al contrario, pudo haber sido un mundo templado, con lluvias capaces de tallar vastas redes de valles fluviales similares a los de la Tierra.
El equipo científico, liderado por Amanda V. Steckel, desarrolló sofisticados modelos de evolución del paisaje para simular cómo se originaron los canales que recorren las tierras altas del hemisferio sur de Marte. Los resultados muestran que la distribución de cabeceras de valle coincide mejor con un patrón de precipitación extendida que con uno basado en el deshielo de casquetes polares.
Durante décadas, los científicos debatieron si el agua marciana provenía de lluvias frecuentes o de derretimientos ocasionales de hielo. Este nuevo estudio aporta evidencia sólida a favor de un escenario más cálido, en el que lluvias o nevadas alimentaron ríos permanentes, que a su vez formaron redes de drenaje complejas visibles hoy desde la órbita.

Las simulaciones computacionales compararon dos extremos climáticos: uno frío, donde el agua solo fluiría desde los bordes de glaciares, y otro cálido y húmedo, con lluvias caídas sobre una amplia gama de elevaciones. Fue este último el que reflejó con mayor fidelidad la distribución actual de cabeceras de valles observadas por sondas como Mars Odyssey y Mars Global Surveyor.
“Es difícil explicar la diversidad de altitudes donde comienzan los valles marcianos si solo hubo hielo”, afirmó Steckel, actualmente investigadora en el Instituto de Tecnología de California. La conclusión refuerza la hipótesis de que el Marte del Noeico, hace entre 4.100 y 3.700 millones de años, fue mucho más hospitalario de lo que imaginamos.
Este hallazgo se suma a las observaciones del rover Perseverance, que explora depósitos sedimentarios en el cráter Jezero, una antigua cuenca lacustre que también parece haber sido alimentada por ríos caudalosos. El nuevo modelo climático permite reconciliar la existencia de estos lagos con una fuente sostenible de agua líquida en superficie.

Aunque el mecanismo exacto que permitió mantener temperaturas superiores al punto de congelación aún se investiga, los autores destacan que este tipo de condiciones serían consistentes con una atmósfera más densa en el pasado marciano, enriquecida en CO₂ y capaz de sostener un efecto invernadero natural.
Este avance no solo reescribe la historia climática de Marte, sino que también fortalece la posibilidad de que el planeta rojo haya albergado vida en su juventud. La presencia prolongada de agua líquida, en forma de lluvia y ríos, es uno de los factores clave para la habitabilidad planetaria tal como la conocemos.
Referencias: Journal of Geophysical Research: Planets