Un fósil excepcional hallado en el noreste de Brasil ha revelado la hormiga más antigua jamás descubierta. Se trata de una especie extinta de la subfamilia Haidomyrmecinae, conocida popularmente como “hormiga del infierno”, que vivió hace unos 113 millones de años durante el Cretácico Inferior.
El hallazgo fue realizado por un equipo liderado por Anderson Lepeco, del Museo de Zoología de la Universidad de São Paulo, y se publicó este 24 de abril en la revista Current Biology. El fósil proviene de la Formación Crato, una zona famosa por su exquisita conservación paleontológica.

Lo que hace excepcional a esta hormiga es su compleja morfología: poseía mandíbulas alargadas y curvas, orientadas paralelas a la cabeza, junto a una proyección anterior al rostro, probablemente usada para inmovilizar o empalar a sus presas. Estas adaptaciones, más propias de un depredador especializado, sugieren estrategias de caza muy sofisticadas desde etapas tempranas de la evolución.
Este descubrimiento cambia nuestra visión sobre la evolución de las hormigas. Hasta ahora, los fósiles más antiguos procedían de Francia y Birmania y se encontraban conservados en ámbar. Este nuevo ejemplar, incrustado en roca caliza, demuestra que las hormigas estaban mucho más distribuidas de lo que se creía en el Cretácico.
“Es sorprendente encontrar un fósil con tanto nivel de especialización anatómica en una etapa tan temprana de la historia de estos insectos”, comentó Lepeco. El hallazgo también revela que las hormigas cruzaron grandes extensiones continentales cuando los continentes aún estaban en proceso de separación.

La especie fue identificada mediante técnicas de microtomografía computarizada, lo que permitió observar su estructura interna sin dañar el fósil. Gracias a estos avances, los científicos confirman que esta hormiga del infierno brasileña pertenece a un linaje extinto de depredadores con adaptaciones únicas.
El ejemplar fue descubierto mientras el equipo examinaba una de las mayores colecciones de insectos fósiles del mundo, resguardada en la Universidad de São Paulo. Lepeco subraya que esto demuestra la importancia de revisar las colecciones existentes, que podrían contener más sorpresas evolutivas.
Esta investigación fue financiada por la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP) y resalta la relevancia global de la paleontología brasileña, particularmente en un contexto donde el estudio de fósiles permite entender las complejas trayectorias evolutivas de la vida en la Tierra.